1. Sometida a su Hermano


    Fecha: 21/10/2019, Categorías: Transexuales Autor: lamascota, Fuente: SexoSinTabues30

    ... otros chicos, casi tres años mayores que él, seguían fingiendo una bravuconería que nadie se podía tomar en serio, uno con la nariz y el otro el labio sangrantes.
    
    Nos fuimos caminando a casa, pues papá nunca tenía tiempo de ir a los juegos y mamá solía irse a tomar café con sus amigas, gastándonos el dinero que nos dieran para el pasaje en unas frituras y refrescos, que entre bromas nos comimos mientras él me recontaba cómo aquellos chicos no le habían servido ni de aperitivo.
    
    Tras poner el grito en el cielo y decir que iba a levantar incluso una denuncia, mi mamá me llevó a curar y le dijo luego a mi papá que yo no volvía a ir con esos ‘salvajes’, y aunque él, reconcentrado, quizá creyendo que aquello era incluso bueno para fortalecerme un poco, mencionó que Beto llevaba dos años yendo y nunca le había pasado nada, al cabo no insistió y se alzó de hombros.
    
    —Bueno, cómo quieras.
    
    Ya muy noche, con todas las luces apagadas, Beto entró a mi cuarto y me preguntó si me habían lastimado mucho.
    
    —Un poquito, no importa –le dije, adolorida de verdad, y, aunque hasta ese momento había aguantado, de pronto me puse a llorar.
    
    Sin decir palabra, entonces, él me abrazó y me consoló hasta que me calmé, en la oscuridad y silencio de la noche, asegurándome que no me preocupara, que él me iba a cuidar.
    
    Debió ser a partir de eso que algo entre nosotros cambió, él pareció entenderme un poquito mejor (al menos mucho más que mis padres) y dejó de burlarse, un poco, como comprendiendo que esa delicadeza mía era algo natural en mí y que no podía hacer nada al respecto, no siendo además algo necesariamente malo.
    
    Nos comenzamos a apoyar un poco más, yo solía ayudarle todo el tiempo con sus tareas, con sus trabajos de la escuela, sólo en eso me atrevía a reñirlo y decirle que debía estudiar más, que no podía sólo preocuparse del futbol y salir con sus amigos, aunque no me hacía ningún caso, claro, únicamente se reía y me decía que me relajara… y luego tronaba la materia. Le iba mal con mis papás, por supuesto, pues con todo y su excelente desempeño en el equipo de futbol papá no podía perdonarle que fuera tan irresponsable, que no sentara un poco cabeza, de modo que por días acababa enojado con todos, sintiendo que nadie lo entendía.
    
    Luego, un día, no sé cómo o llevada por qué, mamá encontró en mi habitación unas piezas de lencería, un brasier y unas bragas que habían sido de la chica que ayudaba con el quehacer, poniéndose como loca. Apenas llegado de la escuela me las enseñó, comenzó a decirme montones de cosas, amenazándome, advirtiéndome que no iba a tolerar nunca tener un ‘maricón’ en casa, haciéndome sentir muy muy mal, al borde de las lágrimas, aunque no dije nada de nada, no podía, y fue entonces que Beto, llegando de la calle y escuchando los últimos gritos, entró al cuarto y dijo, mirando las prendas en manos de mamá:
    
    —Mmh, te dije que no me las guardaras bajo el colchón –dirigiéndose hacia mí, con cara falsamente contrita, lo que ...
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