1. Sometida a su Hermano


    Fecha: 21/10/2019, Categorías: Transexuales Autor: lamascota, Fuente: SexoSinTabues30

    ... ahhh…
    
    Me sentía casi en las nubes, gemía de puro gusto, lo recibía contenta en mí procurando que también él lo disfrutara, cosa que sus continuos jadeos y su rostro me confirmaban.
    
    Hacía ya rato que había entrado por completo, todita su verga hermosa se me enterraba cada vez, y sentía sus güevos rebotando dulcemente al borde de mi ano; de cuando en cuando la cabeza debía acariciar mi próstata allá al fondo volviéndome loca, y no podía dejar de pedirle más y más.
    
    —¡Ay, sí, sí… mmhh… qué rico, qué rico… mmmhh…!
    
    —Je, je… gimes lindísimo.
    
    —Ji ji… mmhh… mmhh…
    
    Un momento después la cosa se aceleró, nuestros cuerpos ansiosos parecieron dar lo mejor de sí y él comenzó a darme realmente duro; era riquísimo, delicioso, hermosísimo, ya no quise que se saliera nunca, deseé que me siguiera penetrando por siempre, tenerlo dentro de mí todo el tiempo pero, justo entonces, incapaces de aguantar más, mi verguita y mi ano llegaron al colmo, expulsando éste su leche y el otro contrayéndose en un delicioso orgasmo anal.
    
    —¡AAayy… ayyyy… ayyyaayyy…! –grité tan fuerte como pude, olvidada de los vecinos y apretando muy fuerte sus brazos.
    
    —Aahhhh… nena… nena…. ¡AAaaahhhh…! –exclamó él apenas un instante después, sintiendo la apretura extra de mi esfínter y descargándose del todo, deslechando bien al fondo de mi vientre.
    
    Me le abracé, lo besé y comencé incluso a llorar mientras él me preñaba con su semilla, sintiéndome completamente plena, feliz como nunca lo había estado en toda mi vida.
    
    —¿Qué pasa? –me preguntó él algo apurado, levantando mi rostro con un dedo.
    
    —Nada… nada –le susurré sonriente, tonta, y él entonces comprendió.
    
    —Bebé –me dijo entonces y encantado volvió a besarme.
    
    Exhaustos y jadeantes, no sin cierto pesar de mi parte, nos separamos, con su miembro ya casi del todo flácido, y nos quedamos recostados intentando recuperar el aliento.
    
    Era ya tarde, muy tarde, no sabía cómo iba a hacer para levantarme temprano e irme a clases apenas unas horas más tarde, aunque no me importaba mucho, podría incluso faltar, con una vez no pasaba nada, me dije, y, contenta, me recargué contra su cuerpo.
    
    —¿Te gustó?
    
    —Ji, ji, sí ¿no se notó?
    
    —Un poquito, sí.
    
    —Tonto.
    
    —¿Es mi imaginación o te crecieron un poco las tetas?
    
    —Estoy tomando hormonas.
    
    —Órale… pues, síguetelas tomando.
    
    Pasada la excitación, descargada toda el ansia, después de unos minutos empezó a darnos sueño.
    
    —Es tardísimo –susurré, sin despegármele.
    
    —Duérmete.
    
    —Okey… ¿no te vas a ir, verdad?
    
    —Je, je, ¿a dónde quieres que me vaya?
    
    —No sé, sólo digo.
    
    —Duérmete, no voy a ningún lado –dijo, sonriéndome y, tras darme un beso más cerró también los ojos.
    
    Se nos fue haciendo habitual tener esos encuentros, una, ocasionalmente dos veces por semana, aunque, por desgracia, el encanto no permaneció intacto por mucho tiempo, sobre todo porque él seguía saliendo con otras chicas, tenía a veces novia, lo que me hacía rabiar y le reclamaba, ...