1. Sometida a su Hermano


    Fecha: 21/10/2019, Categorías: Transexuales Autor: lamascota, Fuente: SexoSinTabues30

    ... cerramos la puerta con los pies, y, manoseándonos, besándonos, explorándonos nerviosos y encantados nos fuimos dirigiendo a la habitación; chocamos aquí y allá, divertidos, avanzábamos muy lento, así que, demasiado ansioso, él me tomó por el trasero y me levantó, llevándome en sus brazos hasta la cama.
    
    Cuidadoso me dejó sobre el colchón, y, con ansia, jadeante, se trepó enseguida sobre mí. Besándonos siempre, risueños, comenzamos a desvestirnos; divertida le quité la playera, él contento me quitó la blusa, nos deshicimos de su pantalón y luego de mi falda, de los zapatos, hasta que al fin, en sólo ropa interior, volvimos a mirarnos, deteniéndonos un instante.
    
    —¿Todavía no lo has hecho? –me preguntó entonces, mirándome como antes muy atento.
    
    —No… nunca… sólo he usado… juguetes…
    
    —¿De verdad?
    
    —Sí, menso, de verdad.
    
    —Okey, okey… Digo, porque, quizá te duela un poco.
    
    —Sí, no importa.
    
    —Muy bien –dijo luego, y, sin más dilación, de un solo tirón se deshizo de sus bóxers, mostrándome su verga enorme y, bastante más seguro que yo, me quitó luego las bragas, dejando al descubierto la mía pequeña.
    
    Suspiré.
    
    —Mira qué cosita, ¿es de verdad? –me preguntó divertido, dando un pequeño tirón de mi pijita, que comparada con la de él de verdad parecía de juguete.
    
    —Ji, ji, menso –le pegué en el pecho y, animada, bajé luego la mano, agarrando fuerte la suya.
    
    —Ésa sí es de verdad –exclamó orgulloso, dejándome que la explorara un poco.
    
    Era muy cabezona, de tronco grueso, larguísima, venosa, y con cuidado, emocionada, muy suave bajé y subí la mano, apretándola.
    
    —¿Subes tus piernitas? –me indicó luego, excitado, y, ayudándome, me hizo colocar mis piernas en sus hombros, dejándole del todo expuesta mi entrada de mujer.
    
    —Tengo… un gel –le dije tímida, señalándole el cajón de mi buró.
    
    —¿No dijiste que…?
    
    —Es para el juguete, menso.
    
    —Ah, ya; a ver –exclamó, y, apartándose de mí un poco abrió el cajón, sacó el tubo y con cuidado aplicó una buena porción, que de inmediato esparció con sus dedos por fuera y por dentro de mi entrada.
    
    —Mmhh… —gemí quedito al sentir sus dedos duros y algo fríos introducirse en mí.
    
    Inclinándose luego sobre mi rostro y besándome de nuevo, siguió dedeando un poco, esparciendo bien el gel, hasta que al fin, demasiado ansiosa, fui yo la que le dije:
    
    —Ya, ya, no hace falta tanto.
    
    —Je, je, no te quiero lastimar.
    
    —No me lastimas… el juguete es algo grande, ¿sabes?
    
    —M’h… okey –exclamó, como dudando que ningún consolador pudiera compararse con esa cosa suya, y, reacomodándose sobre mí, con una mano dirigió la punta a mi ano.
    
    Lo miré, me miró, jadeante procuré relajar mi esfínter y, algo ansiosa, tomé sus brazos, que se apoyaban en el colchón a ambos lados de mi cabeza.
    
    —¿Lista?
    
    —Ahá.
    
    —Vale –susurró, como concentrándose, y, haciéndome sentir la suave dureza de la punta recargada en mi esfínter, hizo una leve presión.
    
    —Mmhh… —exclamé suave, cerrando los párpados un momento, ...
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