1. Mi vestido de novia


    Fecha: 18/10/2019, Categorías: Gays Autor: janpaul, Fuente: CuentoRelatos

    Cásate conmigo, querido mío, sí, es tu oportunidad, cásate conmigo. Quiero darte unos argumentos por los que has de enamorarte de mí y me has de enamorar a mí de ti. Te lo voy a decir sinceramente y sin tapujos.
    
    Quiero que te enamores de mí porque, teniendo 27 años, me he enamorado mil veces de otros y ninguno de ellos se ha enamorado de mí. Creo que también tengo mi derecho a que alguien se enamore de mí. Además, yo no quiero que te enamores para aprovecharte de mí con un polvo y después me dejes plantado y más frío que un pino de los Alpes en invierno. Quiero que te enamores de mí de tal manera que yo pueda darte la tabarra día y noche y a ti te guste estar conmigo, entre otras razones, por eso mismo y porque tú buscas un hombre afeminado y estoy disponible para ti.
    
    Quiero que te cases conmigo enamorado sinceramente de mí, porque tengo un buen cuerpo, labrado a cincel en el gimnasio, al que voy cada día excepto los domingos que es mi día para emborracharme perdidamente, y sé que a ti te gusta eso de emborracharse de vez en cuando; fíjate qué buena pareja haríamos. Los que me han visto —claro que solo me han visto desde la cabeza a la cadera y desde medio muslo a los pies— se quedan de piedra. Porque yo no me muestro así como así y vengo a ser una auténtica sorpresa, y no es porque la tengo pequeña, no, que la tengo grande, como unos 20 cm., penetrables, esto es, cuando la tengo dura, bien erecta. Cuando la tengo en reposo no puedo medirla, porque apenas la manipulo, zas, desaparece la curva que hace por delante del mis bolas, deja de mirar al piso y se levanta mirando al cielo. No se levanta en vertical pegada al pubis, como le pasa a mi compañero de máquinas en el gimnasio, la mía se levanta haciendo un ángulo agudo como si fuera un cañón de artillería apuntando al enemigo. Fui al urólogo a preguntarle por qué no se me endereza en vertical y me contestó la siguiente estupidez:
    
    — Es que esta tuya es muy gruesa y pesa mucho.
    
    Prometí no regresar nunca más a un urólogo aunque me pique. He notado que todo se arregla rascándomela al comienzo y acabando con una buena paja. ¡Ea, si no! Con una buena paja se van todos los picores, aunque de momento, claro, solo es un remedio, que no una curación. Pero a lo que vamos.
    
    Quiero que te enamores de mí y nos casemos para aliviar mi vicio que consiste en queso un toca-pollas empedernido, me gusta eso de tocar pollas hasta cansarme y mira, que no hay modo, por más que lo intento, de tocar una polla y cansarme, siempre se cansan los demás antes que yo. A mí me debe pasar algo y no sé qué es porque en esto del sexo soy infatigable y yo estaría enganchado siempre, pero no hay modo. Una vez un colega mío, gay como yo —pues que abundamos más de lo que la gente cree y menos de los que quisiéramos y necesitamos—, me dijo que él tenía mucho aguante, y sí, aguantó, aguantó, pero en cuanto mi polla tocó su culo se corrió de inmediato y ya no hubo modo de hacer nada con él. Ha venido a mí para decirme que ...
«1234...»