Mi prima Vera. (02) - Relatos Eróticos

Mi prima Vera. (02)

... ¿no?

V - Me cago en t...- y no terminó la frase. Me abalancé sobre ella besándola con todo el deseo que tenía contenido dentro de mí. Mis manos buscaban disfrutar de cada pliegue, cada poro de su suave y morena piel. Nuestras lenguas se entrelazaban jugueteando en un incesante ir y venir por nuestras bocas. Me coloqué encina de ella buscando hacerme un hueco entre sus piernas, algo que no me resulto difícil porque se mostró altamente receptiva, rodeándome mi cintura con las mismas. El movimiento pélvico denotaba la calentura que traíamos los dos. ¿Hasta dónde nos llevaría ésto?

Levanté inconscientemente la cabeza y pude fijarme en la pareja que estaba al fondo. Nos estaban mirando fijamente mientras ella le hacía una gayola al chico frenéticamente. Vera tiró de mi hacia ella buscando una vez más mis besos.

I - Vera, Vera. Para. Tenemos espectadores.

V - ¿Cómo?

I - La parejita. Están mirando. Vaya espectáculo hemos tenido que estar dando.

V - Joder, menudo pajote le está cascando.

I - Pero que parecen adolescentes.

V - ¡Como nosotros! JAJAJAJAJA

No pude evitar acompañarla en su carcajeo. Decidimos parar. Nos sentamos frente a frente y continuamos hablando toda la tarde. A eso de las siete empezamos a recoger las cosas y nos dirigimos hacia las rocas, por dónde nos habían indicado que había una escalera. Un rato después estábamos en la cima observando la mar y el horizonte. - Ver amanecer o atardecer aquí tiene que ser espectacular- comenté.

- Hagámoslo - dijo Vera. Nos venimos mañana por la noche y vemos amanecer. Le sonreí y, agarrándola de la mano, comenzamos a andar pausadamente de vuelta al lugar donde habíamos dejado el coche. Durante el camino de retorno fuimos casi en silencio, fruto del cansancio de todo el día, escuchando la música que salía por los altavoces y canturreando de vez en cuando alguno de los estribillos de las canciones más conocidas. Llegamos a su piso y me fui a colgar las toallas y a tirar la basura que traíamos mientras ella llamaba a su ex- para preguntar por su hijo. Cuando terminé me dirigí hacia donde estaba y le indiqué que me iba a duchar, haciéndome un gesto afirmativo con la cabeza.

Me quite la ropa y me metí en la ducha. Qué alegría poder quitarse todo el salitre de la playa. Tras unos minutos debajo del agua cogí el champú y me lavé la cabeza a conciencia. Estaba enjuagándomela cuando se abrió la puerta de la ducha y Vera se coló dentro, colocándose a mi espalda. - Dame el gel- me dijo. Se lo pasé y comenzó a enjabonarme la espalda y los hombros. Sus delicadas manos iban pasando por mi cuerpo y, cuando terminó, las pasó hacia delante extendiendo el gel por mi pecho y mis abdominales. Cogió un poco más de gel y bajó sus manos hasta mi verga, pasando por todos sus pliegues, y limpiando igualmente mis bolas. - ¿Ya la tienes morcillona? ¡Qué maravilla! -

- Suele pasar,- contesté - cuando una mujer desnuda se mete en la ducha contigo y te toca-. Me dio la vuelta quedando ...