Un castigo en la granja (18) - Relatos Eróticos

Un castigo en la granja (18)

... en mis propios pensamientos. En un rato llegaría Juan y comenzaría una fiesta de la que no sabía si estaba preparado. Por otra parte, Ceci se había ofrecido a incitar a Juan para que hiciéramos un trio con Carmen. Sentía que la situación se me escapaba de las manos llevado por el deseó sexual que cada vez era más poderoso.

Ceci comenzó a deshacerse de los harapos que llevaba para trabajar y en pocos segundos pasó a ser otra. Pasó a ser la deliciosa y apetecible Ceci.

Al quitarse la camisa y el pantalón de trabajo descubrí que debajo llevaba una corta falda a cuadros rojos y negros, y unas medias sujetas con un liguero. Una camisa blanca muy ajustada, que marcaba prominentemente sus pezones, y el pelo sujeto en una sencilla coleta le hacían parecer una perfecta colegiala.

Cuando se calzó los altos tacones ya fue total. Mi polla dio un tremendo respingo mientras mis ojos querían salirse de las cuencas. En ese momento sonó un mensaje en su móvil.

- Es Juan. Que en quince minutos está aquí!

- Tan rápido?

- Hay un camino que llega directamente desde el pueblo. Es el que usa cuando nos vemos aquí.

- Por qué te has ofrecido a ayudarnos en el trio con Carmen? – le pregunté porque su ofrecimiento me tenía intrigado.

Su sonrisa me pareció realmente maliciosa.

- Creo que los dos os lo pasaréis bien!

- Y a ella, no la incluyes?

Ahora no pude descifrar su sonrisa. Se tomó varios segundos para contestar mientras se contoneaba junto al fuego.

- Ella será la que mejor se lo pase… si le dais bien por todos lados, jejeje!

No me dejó preguntar más. Se acercó hasta mí y me rodeó por el cuello con sus brazos. La rodeé con los míos y bajé las manos hasta su culo mientras nos fundimos en un beso suave, tierno, pero repleto de calor y humedad. Poco a poco se fue haciendo más intenso y nuestros labios comenzaron a devorarse. Metí las manos bajo la corta falda y abracé su bonito culo con las manos totalmente abiertas para sentir todo el esplendor de su perfecta redondez. Hundí los dedos en él para sentir su carne, y la polla me dio otro respingo para coger una completa erección.

Comencé a pasar la lengua por su cuello y ella misma desabrochó dos botones de su camisa. No llevaba sujetador, y sus preciosas tetas afloraron con los pezones duros y erectos. Bajé con mi lengua hasta ellos y comencé a lamerlos. Sentí cómo unos ligeros jadeos manaban de su boca.

- Ufff, espero que estés a la altura, primito! Quiero sentirme penetrada por todos lados!

- Me dejaré llevar! – respondí recordando esa frase que me había dicho.

Abracé los pezones con mis labios y los succioné con deleite.

- Ufff, así! Así! Quiero estar bien caliente para cuando llegue Juan!

Bajó la cremallera de mi mono y metió la mano buscando mi endurecida polla.

- Diosss, cómo la tienes de dura! Pensaba que te habías follado a mamá!

- No… exactamente. Pero se lo ha pasado bien!

- Que le has hecho?

- Una buena comida de coño con ayuda de los dedos. ...