Un castigo en la granja (18) - Relatos Eróticos

Un castigo en la granja (18)

Y ahora ya somos tres

Mi tía se quedó despanzurrada sobre la mesa intentando recuperar la respiración. Yo miraba mi pantalón manchado con parte de su meada sin saber que hacer.

Finalmente se incorporó mirándome con la satisfacción dibujada en su cara. El rizado pelo de su coño brillaba con la humedad, y por sus piernas resbalaban varios chorretones.

- Ufff hijo! Me has vuelto loca de placer!

- Me alegro tía! Esa era mi intención

- Vaya, veo que te he manchado!

- Es que te has llegado a mear!

- Joo, es que me he puesto tan cerdita que no lo he podido evitar! Jijiji!

- Te pasa esto a menudo?

- Ya me gustaría ponerme así de guarra a diario, pero Antonio apenas me calienta un poquito.

- Pues me voy a cambiar para irme con Ceci.

- No quieres acabar?

- Me encantaría, pero creo que Ceci me ha preparado algo!

- Ay, como me alegro! A ver si vuelve muy contenta! Me iré a dar una ducha para quitarme todo esto. Tengo la piernas empapadas!

Me subí a mi habitación y me quité la ropa para ponerme el mono. Todavía mantenía la polla con algo de erección aunque podía disimularlo con la anchura de la tela. Salí de la habitación y bajé al salón a esperar a Ceci. Mi tía debía de seguir en su habitación y me fui a la cocina a terminar el café.

Al momento bajó Laura con su ropa de trabajo, camisa y pantalón anchos y feos, pero podía imaginármela cómo iba durante la comida.

- Yo ya me voy. Espero que lo paséis bien! – me dijo desde la puerta de la cocina con sonrisa burlona.

- Eso crees? Que lo vamos a pasar bien?

- Si fueras conmigo seguro que lo pasaríamos bien. Espero que ella haga lo mismo, jajaja!

- Crees que vamos a follar?

- Pues claro, jajaja! Pero que no te desgaste mucho que esta noche te tocará conmigo!

Se acercó hasta mí y se abrazó a mi cuello para devorarme la boca con sus gruesos labios. Notaba como se restregaba contra mi polla hasta que me soltó.

- Esto es un adelanto para que no te olvides, jajaja!

Laura se fue y al rato bajo Ceci. También llevaba la ropa de trabajo y pensé que así vestida sería difícil que me excitara con la vista.

- Nos vamos? – me preguntó con una mochila al hombro.

- Claro, venga! – contesté levantándome.

Eran las cuatro y media de la tarde y el día continuaba nublado. Comenzamos a caminar por el sendero que llevaba a donde estaban las ovejas, y estaba intrigando por lo que me había dicho.

- Me vas a contar la sorpresa?

- Pues la verdad es que te lo tengo que contar para ver qué te parece!

La intriga aumentaba por momentos. Parecía que era algo que necesitaba de mi aceptación y no podía imaginarme que podría ser. Ya había hecho de todo con Ceci, y por supuesto si sugería algo más, o algo diferente, aceptaría de inmediato.

- Me tienes en ascuas! Joder, venga, dime qué es!

- Te acuerdas de lo que te conté sobre lo que me había pasado con Jorge y sus amigos?

- Si, claro!

- Pues como te dije, no es que me disgusta, más bien lo contrario. ...