1. El placer de follar con mi suegro


    Fecha: 14/10/2019, Categorías: Incesto Autor: Fd, Fuente: CuentoRelatos

    ... interior. Por fin lo tenía dentro caliente y duró.
    
    Espero un poco para que me acostumbrara al tamaño y luego comenzó a moverse
    
    Me penetraba en un ángulo desde arriba, el tronco de su falo estimulaba mi hinchado clítoris en cada movimiento, mientras la cabeza que no llegaba a salir de mí acariciaba zonas sensible es un maestro del placer .
    
    Me sentía en la gloria. De repente cambiaba el ángulo y entraba directamente desde abajo fuerte y más profundo, más intenso, más salvaje y placentero. Un sube y baja que me llevó al cielo una vez más, nunca había tenido tanto placer en mi vida y sentía que ya no podía más, pero él aún no acababa conmigo. Y sinceramente aunque yo estaba agotada tampoco quería que aquello acabará.
    
    Me giró de forma que yo quedara recostada encima de un cojín y con él culo en alto sobre el sofá.
    
    —Tienes un culito precioso.
    
    Acarició con descaro cada una de mis nalgas y luego sentí el escozor que causó su mano al nalguearme varias veces.
    
    Perfecto, ahora tienes el color correcto
    
    Entró en mi sin piedad yo estaba tan húmeda que entraba y salía de mí sin el menor esfuerzo, esta vez tape los gritos de placer con un cojín.
    
    Sus manos me sostenían firmemente de las caderas y de repente azotaba de nuevo mi culo que agradeció las caricias
    
    Uno de sus dedos resbaló y fue a rozar mi ano lo que provocó un nuevo nivel de placer que él notó.
    
    Él estaba a punto lo pude sentir más duro y firme eso me encanto.
    
    No podría prolongar por mucho tiempo ese ritmo.
    
    —Quiero correrme en tus tetas.
    
    —Hazlo
    
    Salió de mí y se paró en medio de mis piernas. Comenzó a masturbarse rápidamente como en su habitación. Unos pocos segundos después el primer chorro de su lefa cayó sobre mi rostro cerca de mis ojos, los demás quedaron derramados por mi boca, cuello, tetas y abdomen.
    
    Luego con uno de sus dedos tomó un poco de la leche sobre mi teta izquierda y la llevó a mi boca.
    
    —Esto es algo que no se desperdicia gatita.
    
    Me gustó el mote y abrí mi boca obediente. Mientras sentía mi entrepierna dolorida y satisfecha por primera vez en mi vida.
    
    Sabía que no sería la última vez que lo haríamos.
    
    Cuando Esteban regresó yo dormía plácidamente en el camastro donde todo comenzó. 
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