1. Próxima reunión familiar 1


    Fecha: 11/10/2019, Categorías: Incesto Autor: brendy, Fuente: SexoSinTabues30

    ... amas. De otra forma es coger.
    
    Lucrecia me comenzó a besar ahora entre las tetitas, en el vientre, en el ombligo en el pubis, y finalmente levantó mi faldita para llegar debajo, donde las cosquillas y el calor me pedían resolver algo que no sabía cómo nombrar. Estaba desesperada y mis manos querían ir ahí a hacerlo por sí mismas. Me abrí los labios con la mano, justo cuando su lengua pasó por encima. Le di acceso a todo, a mi cuevita, a por donde orino y al lugar en donde sentía más placer. Y aunque estimuló todo, se concentró justo ahí, donde me hacía gritar.
    
    -¿Ves? No te está doliendo… ¿O sí?
    
    -Por favor más…
    
    Y ella continuó. Lamía y lamía, primero de arriba abajo y luego en círculos en aquel punto tan especifico. La humedad aumentaba y mi desesperación por gritar también. No necesitó aumentar la velocidad ni hacerlo con más fuerza. Sólo continuó como inició. Mantuvo su velocidad, el ritmo, su respiración. Dios, cuánto disfruté. Mis gemidos y gritos eran su guía. Me comenzaba a doler tener las piernas tan abiertas, pero valía la pena. Cada segundo se volvió eterno, y más cuando el momento cúspide se sentía más próximo. Dios, de sólo recordarlo… la espera cada vez era más corta, ¿pero para qué? ¿Qué esperaba? Mi respiración iba a toda velocidad y yo ni siquiera sabía lo que estaba por venir, sólo sentía el placer aumentar…
    
    Grité tan fuerte que Lucrecia tuvo que despegarse de mí y taparme la boca con la mano. No sabía en ese momento, pero ella, al igual que los vigilantes en las entradas, los profesores, el mayordomo y el jardinero tenía prohibido tocarnos. La podían despedir o peor.
    
    Nos quedamos quietas por unos segundos, esperando a que mi respiración se tranquilice y saber que nadie nos hubiese escuchado. Luego la risa me ganó. No sé por qué lo hice, sólo me reí. Ella, perpleja, casi aterrada, también lo hizo. Reímos juntas. No fue hasta ese momento que noté su rostro y pechos húmedos. Yo la había mojado. Mi orgasmo le había disparado directamente en la cara y cuello.
    
    -No sufrí para nada – le dije sonriente.
    
    -Qué bueno. Nunca pensé que lo aprendido en libros funcionara. – dijo Lucrecia antes de colocarse sobre mí y besarme.
    
    Esta vez no lo hizo de aquella forma que buscaba generarme calor, sino con dulzura y agradecimiento.
    
    -Sólo lo había hecho con otra mujer – Reveló después de unos segundos – Viajé a París porque estudiaba gastronomía y ahí tuve esa oportunidad.
    
    -No me cuentes eso.
    
    -¿Por qué no? – preguntó sorprendida.
    
    -No lo sé – De verdad no lo sabía. Era como cuando veía a mis hermanas con algo que yo quería – Me enoja.
    
    -Mi preciosa princesa está celosa. Eso quiere decir una cosa. – Se deslizó en la cama hasta poner sus tetas inmensas en mi cara – Parece que esta hermosa chica me quiere.
    
    Unos días después, cuando uno de mis profesores trataba de verme bajo la blusa mientras me explicaba cómo resolver un problema de matemáticas, tomé una decisión. Esa tarde mis hermanas iban a salir con unas amigas ...
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