1. Próxima reunión familiar 1


    Fecha: 11/10/2019, Categorías: Incesto Autor: brendy, Fuente: SexoSinTabues30

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    Sabíamos que veníamos de una familia incestuosa, pero yo no tenía idea de cuanto se extendía esta tradición en nuestra familia. Según entiendo inició como un experimento hace algunas décadas, buscaban a las familias con la mejor genética para cruzarlas y tener sujetos que pudiesen resistir vacunas. Creo que el proyecto duró una generación antes de que el presupuesto se destinara a otra cosa. Aun así, las mujeres de mi familia siguieron con la tendencia.
    
    Mi nombre es Jessica, la tercera de tres hermanas. A mis trece años, me desempeñaba igual que mis hermanas a la hora de conseguir placer. Teníamos dinero, muchísimo, el suficiente para no preocuparnos por nada, ni siquiera de las habladurías de los vecinos. Vivíamos en una casa grande, con piscina y una cancha de tenis. Un gimnasio propio nos permitía mantenernos hermosas y el dinero nos dejaba arreglarnos como quisiéramos. Yo era rubia, casi platinada. Era delgada como mis hermanas, aunque con menor talla de pechos. Podíamos vestirnos como quisiéramos siempre que cumpliéramos con el requisito del fácil acceso a nuestras partes íntimas, placenteras y erógenas. La mejor ropa de Victorias Secret, Pink y demás marcas de renombre, siempre estaba en nosotras, siempre que se pudiera quitar con facilidad. Nuestros profesores privados luchaban con ellos mismos para no mirarnos de forma indebida, pero casi siempre fallaban. Y Cassandra y Mara tampoco se las ponían fácil. Sus grandes sueldos eran lo único que los hacía quedar en silencio.
    
    Padre nos cuidaba bien. Trabajaba hasta el mediodía y luego iba a la casa a pasar el tiempo con nosotras. Hasta ese momento, los profesores y demás servidumbre nos vigilaban, aunque siempre mirando hacia otro lado. No querían pasarse de la raya. Sospechaban qué pasaba una vez que se cerraban las puertas detrás de ellos a la una de la tarde, los únicos que lo sabían era el anciano mayordomo, la cocinera y un par de sirvientas de confianza. Después de despedirnos de los demás, iniciaba el placer.
    
    No sé desde cuando Mara y Cassandra lo hacen, pero yo inicié un año atrás. No era ajena a ver a mis hermanas desnudas, tampoco besando a papá con pasión, pero siempre rehuía de cuando él se sacaba la verga para colocarlas encima de ellas. Escuchaba sus gemidos y gritos de placer, pero de alguna manera para mí eso era juego de grandes. Mara tenía entonces quince años y Cassandra diecisiete.
    
    En una de esas ocasiones bajé a la cocina. Ahí estaba Lucrecia, nuestra cocinera. Ella pasaba encerrada en ese lugar casi todo el día, no solo porque ahí estaba su zona de trabajo, sino porque detrás estaba su habitación. Cuando no estaba en servicio, se acostaba en su cama a leer. Uno de sus libros que más habían llamado mi atención se llamaba “El precio de la sal”. Ese día lo tenía en la mano cuando me vio llegar.
    
    -Hola Jessy, ¿cómo estás? ¿Quieres que te prepare algo?
    
    -Ahora no, Lucy. Vine porque papá está con mis hermanas.
    
    -¿Y a ti no te gusta eso?
    
    -Mmmmm no sé, es ...
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