1. Próxima reunión familiar 1


    Fecha: 11/10/2019, Categorías: Incesto Autor: brendy, Fuente: SexoSinTabues30

    ... que parecen sufrir mucho.
    
    Ella rio enternecida.
    
    -No sufren, preciosa, se la pasan bien. Lo que pasa es que cuando hacen el amor el placer es demasiado fuerte que muchas gritan. ¿Qué nunca los has sentido cuando te tocas?
    
    La miré con vergüenza.
    
    -Porque te tocas, ¿cierto? – dijo casi con preocupación – Mira, ven conmigo.
    
    Me tomó de la mano y me llevó a su habitación. Cerró la puerta, aunque no era necesario, nadie bajaba para allá. Se quitó el delantal y luego la blusa. Lucrecia era bella, estaba en sus treinta y tenía unas piernas grandes y fuertes. No era gorda, pero sus tetas la obligaban a usar tallas grandes para blusa. Al quedar desnuda frente a mí, sentí algo que pocas veces había sentido, aunque nunca en esa magnitud. Sentí calor, cosquillitas. Creo que me sonrojé.
    
    -Acuéstate en la cama.
    
    La obedecí. Me quité los zapatos y me dejé caer. Ese día sólo tenía un pequeño top de ejercicio y una faldita holgada, como siempre sin ropa interior.
    
    Lucrecia, ahora sin pantalones ni bragas, subió a la cama junto a mí y me miró sonriendo. No era una sonrisa amable como siempre, llena de dulzura, sino de algo parecido a la malevolencia. Era similar a como papá miraba a mis hermanas antes de tocarles el culo o las tetas y llevarlas al sofá, a los camastros del jardín o su cuarto. La diferencia era que Lucrecia no parecía querer tomarme por la fuerza, sino que había cierta ternura en ella. Eso se confirmó cuando me puso la mano sobre sobre la mejilla, justo antes de acercar sus labios a los míos para besarme.
    
    Es difícil describir tanta humedad. Sólo puedo decir que creía estarme orinando. Muchas veces mis hermanas me habían besado y otras muchas me había mojado por ver a alguien en el constante porno de la casa, pero tener a una mujer desnuda, besándome sin inocencia, con total malevolencia y picardía, me llevaba a mojarme como nunca.
    
    Sus manos levantaron mi top deportivo aun antes de dejarme de besar. Cuando nuestros labios se separaron, una enorme sensación de pesar me inundó. Quería más besos. Más por favor. ¡Por favor! Pero por suerte sólo lo hizo para llevar su boca a las diminutas tetas que acababa de descubrir. Descubrí que estaba sensible. Demasiado, aunque en un buen sentido. Apretó mis pezones con sus labios y su lengua se movió en círculos. Si antes estaba húmeda, ahora lo estaba más. Sus manos estaban en mi cintura, recorriéndome de arriba abajo, pasando ocasionalmente cerca de mis muslos, cerca del lugar cada vez más húmedos.
    
    Solté un gemido. Lo recuerdo bien. Fue profundo y honesto. Mis hermanas hacían igual, sólo que más fuerte. Lucrecia me dejó de lamer sólo para mirarme con orgullo, luego me volvió a comer las tetas. Cambiaba cada menos de un minuto. Lamidas en círculos aquí, otras más en la otra. Me estaba volviéndolo loca.
    
    -¿Esto… esto es hacer el amor? – pregunté. No me había dado cuenta de que me había metido un dedo a la boca.
    
    Ella me miró con una sonrisa. También estaba sonrojada.
    
    -Sólo si me ...
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