1. Secuestro y Emputecimiento de Nina (12), Capítulo VII: Noche de arrumacos y merca entre la nena y el Jefe


    Fecha: 04/10/2019, Categorías: Dominación / BDSM Hetero Sexo con Maduras Autor: DarioCodomano, Fuente: SexoSinTabues30

    ... ayunas. Ese lunes la nena había almorzado a las 12.20 (una milanesa con papas fritas a caballo y, en la jarra de agua, media dosis de Gotexc que no le había impedido dormir una inquieta siesta de dos horas) y le había bajado una jarra de agua (con dosis y media de Gotexc) a las 18.30.
    
    Como estaba (a su modo monstruoso) perdidamente enamorado de la nena, el Jefe decidió encerrarse dos días a violarla para celebrar con ella (o al menos con su conchita) la concreción de un lucrativo negocio criminal.
    
    Eran días desapacibles (principios de febrero) y el Jefe había permitido que le bajase a la nena un camisoncito transparente de tirantes que le tapaba el culazo y la conchita sólo si se quedaba de pie completamente quieta o no se sentaba. La infortunada ninfita se envolvía constante e ineficazmente en el cada vez más sucio y deshilachado jergón para mitigar el frío. Si no fuera porque iba a venir el Jefe, le hubiera bajado un té o una sopa; la dejé morirse de frío y a las 21.00 no le bajé cena.
    
    El Jefe cayó recién a las once de la noche pasadas, pateando la puerta para entrar porque llegaba con una heladerita portátil en una mano y un pollo al horno con papas en la otra. La nena estaba tirada en la cama mirando el clásico ‘Pretty baby’, envuelta en el jergón pero sin frío porque se estaba dedeando, distraída aunque pertinazmente; hacía sólo un rato que le había bajado otra jarra de agua con dosis triple de Gotexc, que haría su efecto después de la una y media de la mañana, pero ya estaba evidentemente agotada por las innumerables pajas del día, y disponiéndose a dormir.
    
    En cuanto la vio, el Jefe saludó ‘Hola, bebita hermosa. Tuve una noche libre y quise aprovecharla con vos. ¿Ya cenaste?’.
    
    ‘No’, dijo tímidamente la niña con la cara toda colorada.
    
    ‘Mejor, así cenamos juntos. Agarrá los platos y los cubiertos de la charola y poné la mesa, miamor’, agregó el Jefe. Nina estaba azorada: no le parecía que estas palabras melifluas fueran el cínico preludio del amasijo habitual antes, durante y después del sexo; nunca había comido con cubiertos en los seis meses que llevaba viviendo en la Habitación 1.
    
    El Jefe dejó el pollo sobre la mesa y la heladerita (con dos botellas gigantes de Don Perignon) en el piso y comentó con dulzura: ‘Ah, me olvidaba, te traje ropita, una vela (¡!) y otras cositas para que tengamos una cena romántica’.
    
    Abrió la puerta de verde hierro con su tarjeta magnética y recogió una valija. Cerró la puerta nuevamente, puso la valija en el piso, la abrió y extrajo una bolsa grande con un vestido pequeño y una bolsa pequeña con una tanga y un corpiño todavía más diminutos. También sacó dos sandalias negras de alta plataforma con toques dorados en las tiras, y se los mostró. A la nena le brillaron los ojos: era el calzado más hermoso que hubiera visto nunca, y estaba fabricado a la medida de sus tiernos piecitos (como todo lo demás). Finalmente, el Jefe extrajo un kit de maquillaje, y le preguntó ‘¿Sabés maquillarte?’. ...
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