1. Secuestro y Emputecimiento de Nina (12), Capítulo VII: Noche de arrumacos y merca entre la nena y el Jefe


    Fecha: 04/10/2019, Categorías: Dominación / BDSM Hetero Sexo con Maduras Autor: DarioCodomano, Fuente: SexoSinTabues30

    ... subí la charola, había dos palabras recortadas al costado del plato, pegadas con saliva: ‘quiero Libros’ (con esa grafía, la que pudo encontrar).
    
    De inmediato busqué en mi amplia biblioteca los libros más degenerados que me acordé, y se los fui pasando de a poco: Vathek, de Beckford; El amante, de Duras; El Satiricón de Petronio; Justine, de Durrell; Los Doce Césares, de Suetonio; los cuentos más depravados de Petrarca; los Trópicos de Henry Miller. La mayoría eran ediciones viejas, con décadas ajándose y humedeciéndose en los estantes; todos los libros bajaron con semen seco derramado expresamente en su honor en alguna página significativa, cerca del final; ignoro si alguna vez lo advirtió.
    
    En cuanto tenía un libro en su poder, Nina abandonaba los canales de documentales y películas que miraba día y noche de puro aburrida (hasta cuando hacía su media hora obligatoria de bici fija), se tiraba boca abajo (desnuda, culito para arriba cada día más blanco, redondo, parado y carnoso, porque incluso en pleno verano yo no le refrescaba el ambiente por el placer de verla en concha) con los codos sobre la almohada y la cara apoyada en las manos, y se devoraba las páginas.
    
    Fémina, al cabo, cuando notó la temática repetida de los libros que le pasaba, Nina empezó a hacer pequeñas cosas que parecían en honor de su ignoto enamorado: a veces se tiraba boca abajo pero no con la almohada perpendicular a su torso, sino a lo largo de él, dejando más expuesta la cola cada día más grande, blanca, redonda y parada; y cuando hacía muchos días que no pasaba el Jefe a cepillársela, ponía la almohada perpendicular a su cuerpo, pero a la altura no del pecho sino del pubis, y leía así, con el culito bien arriba, tocándose. Otras veces dejaba súbitamente de leer y emprendía una enconada batalla sexual contra la vieja almohada clavada de canto contra su conchita, batalla que siempre terminaba con un triunfo rotundo de la almohada, entre gemiditos desahogados de nena (sin temor a represalias inmediatas de su amo por verla gozando).
    
    La mayor parte del tiempo, de hecho, Nina la pasaba conmigo. El viejo iba a la Habitación 1, si podía, cada tres o cuatro días, pero a veces tenía que ausentarse una semana o más por sus actividades principales o por estar con su familia. Cuando llegaba, estaba entre 3 y 6 horas, pero en cuanto pudo empezó a quedarse un par de días (generalmente lunes y martes); entonces la disfrazaba, la emborrachaba con champagne, la hacía bailar de modo sexy y se la cogía sin misericordia por toda la pieza con la ropita puesta y en todas las posiciones hasta las tres o cuatro de la mañana (merca mediante), mientras un grabador sin radio agregado a la Habitación 1 como premio a la aquiescente putez de la nena atronaba las paredes con cumbia santafesina (ponele).
    
    Recuerdo la primera vez que lo hizo. Nina nunca sabía qué iba a pasar cuando él llegaba. Pero, sabía que, generalmente, el Jefe caía a mediodía y después de tenerla al menos 24 horas en ...
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