#13 orgía en el baño turco - Relatos Eróticos

#13 orgía en el baño turco

... repartiendo placer a unos y a otros. Lubricando con su boca todos los miembros que se ponían a su alcance. Pau seguía montándome. Se centraba en darme placer, mientras con sus manos masajeaba los penes de los cofrades que se acercaban a nosotros. Vi a Lucía levantarse y asir del pene a uno de los afortunados. Un germano bien robusto, un buen armario ropero. Lo situó justo detrás de Pau. Acercó el imponente verga al orificio vacante de Pau y le indicó el camino. Pau se estremeció al notar la entrada. Su cara cambió. Dolor y placer. Más dolor que placer. Paró su cabalgada. El germano poco a poco iba abriéndose paso en el estrecho canal posterior. La respiración de Pau se volvió más intensa. Estaba sufriendo. Alejándose del placer. Alejándose de mí. Notaba como el pene del alemán cada vez cogía más ritmo. Sus penetraciones eran más profundas, más impetuosas. Su rebufo en la espalda de Pau presagiaba que el final llegaría pronto. Un último empellón. Apretando su pelvis contra el ano de Pau. Sus testículos estrujándose. El semen alemán derramándose en el interior de mi amante. Sacó su miembro y con él parte de su blanca descarga. Pau respiró. Sentí su alivio.

–¿Estás bien cariño? –Preguntó Lucía. Pau asintió sin hablar.

Lucía seguía preparando a los machos para su representación. Ordenaba los turnos. Daba armonía a la situación. Cogió a otro bigardo germano y repitió la situación. Esta vez el pene del amigo entró con mayor facilidad. La dilatación de la cueva, la lubricación que el anterior inquilino había aplicado y el menor tamaño del mástil, ayudaron a Pau a recepcionar de mejor grado a su nuevo ocupante. El movimiento frenético y enérgico que adoptó el germano rompieron a la pobre de Pau. Su cara ya no intuía ningún rasgo de placer. Sufrimiento. Cada punzaba la recibía con dolor. Cada carga torturaba cualquier intento de encontrar placer.

–Azul… –Gemía, susurraba Pau. –Azulazulazul. –Entonó precipitadamente Pau. El botón de alarma se había accionado. Con igual rapidez y determinación Lucía retiró el tormento alemán del cuerpo de Pau. Una cara de disgusto, de enojo se formó en la cara del germano. Una cara de alivio en la de Pau.

–¿Quieres que paremos? –Le pregunté.

–No, estoy bien. Solo déjame un momento que me recupere. Dolía demasiado. –Contestó.

–Lo entiendo. Créeme, lo entiendo perfectamente. Tómate el tiempo que necesites. –Aun recordaba aquella sesión con Mirka y el momento en que pronuncié exactamente la misma palabra que acababa de salir de la boca de Pau. Intenté retirarme de dentro de Pau para que pudiera estar más cómoda.

–No. Quédate donde estás. –dijo. Se aferró con más fuerza a su montura impidiendo mi liberación. La sentí más profundamente. Me acomodé plácidamente.

Un incipiente intento de motín se empezaba a fraguar entre las tropas nórdicas. Nada más lejos de la realidad.

–Dejemos a la parejita tranquila. Mi amiga necesita un poco de descanso, pero el show debe continuar. Tú, túmbate en el suelo. –Indicó ...