#13 orgía en el baño turco - Relatos Eróticos

#13 orgía en el baño turco

... pedante o demasiado esnob traduciré directamente al español las conversaciones shakesperianas que Lucía mantuvo con este gentío. Lo resaltaré en cursiva.

–Bueno chicos. Os voy a decir cómo funciona esto. Primero Vais a hacer todo lo que yo os diga. Exactamente lo que yo os diga y cuando yo os diga. El que no lo haga se larga… –Os podéis imaginar las caras.

–Joder como empieza la jefa. –Me susurró Pau al oído.

–Segundo. El que termine…

–Y ¿por qué se supone que te debemos hacer caso, zorrita? –No tío, no. ¿Dónde vas? A quien se le ocurriría interrumpir a Máximo Meridio en mitad de un speech a sus tropas. La Venus de Milo se transformó en una Gorgona. Pausada y decididamente se dirigió dónde estaba el incauto.

–Déjame adivinar. El macho alfa del equipo. Estás aquí porque yo he querido, por lo que mi fiesta mis reglas. Y Siendo que solo la pantalla del ordenador y tu mano pueden dar fe de tu experiencia sexual, dudo que si no haces lo que yo te diga mejoremos el triste sexo con el que tus dos amigos me acaban de deleitar. –Los amantes aludidos con cabezas gachas se pusieron más rojos aun si cabe. –Esto va por todos, me enfada mucho, mucho, no salirme con la mía y no tener buen sexo, y creedme, no me queréis ver enfadada. Así que al que no le guste lo que digo ahí tiene la puerta.

–En tu cara Gregor.

–Cállate y haz lo que te diga.

–Deja de decir gilipolleces.

Varios compañeros mostraron a Gregor el acatamiento democrático del código de Lucía. La ley del hammam. El pueblo había hablado.

–Joder, no sé si estoy cachonda o acojonada ¿eso también va por nosotros? -volvió a susurrarme Pau.

La miré con cara de ni puta idea.

–No sé cómo aguantas la presión en casa. Vaya tela. –Dijo Pau. Mierda. Mi mente entró en bucle. Tanto tiempo con Lucía y no me había parado a pensar eso. Momentos de silencio. –Un mal día o un gatillazo y te veo… en el sofá. Como poco. –Comenzó a reír. Qué guapa era. Cabronamente ácida, y capaz de enamorar a quien quisiera con esa sonrisa.

–Supongo que nos queremos y eso basta. –Dije. Ingenuamente.

–Pues por tu bien que dure el amor. –Comencé a sonreír tras sus palabras.

–Bueno, ya habéis terminado de vuestras tonterías. –Lucía nos interpeló. La miramos. Todos nos miraban. –No creáis que voy a poder controlar a toda esta tropa, así, sin más. ¿empezáis ya o qué?

Joder en ese mismo momento Pau y yo nos percatamos. El escenario, los actores, la función, éramos nosotros. Cómo no nos habíamos dado cuenta. Éramos el puto centro del anfiteatro. Los espectadores eran ellos, Lucía incluida.

–¿Empezamos…? –Pau intentaba recomponer la nueva situación.

–¿De verdad os lo tengo que explicar?

–¿No puedes improvisar alguna otra cosa para empezar? Así sin más. Con todos ahí. Mirando. Nos has pillado en frío. –Dije.

–Hace tiempo que no improviso cariño. Todo fuego necesita una chispa. Vosotros encargaos de la chispa, y yo del resto. Hacedme caso. Venga. Empezad. –Ordenó impasible.

No era la ...