Karen: la depresión de mi hijo (6) - Relatos Eróticos

Karen: la depresión de mi hijo (6)

... aún tenía.

Me abrazaba de su cuello y gemía sin control, con mis labios cerca de su oído, besando y mordiendo su oreja a la vez que el choque de nuestros cuerpos cimbraba la habitación con el escandaloso sonido que contaminaba el viento de morbo y lujuria, hasta que su pene me llevó al orgasmo, justo en el momento en que se enterró por completo en mi vientre y ahí mi hombre dejó salir toda su leche, inundando mi coño mientras me abrazaba con firmeza y yo gemía desquiciada ante la violencia de un orgasmo que llegó un segundo antes de que mi cuerpo perdiera su fuerza y quedara rendida sobre la humanidad de mi marido, cuyos brazos aflojaron su agarre y una de sus manos comenzó acariciar mi cabello, mientras la otra hacía lo mismo en mi espalda.

Fue justamente cuando la calma regresaba a nuestros cuerpos cuando nuevamente me vi sorprendida por mis propios sentimientos de culpa, pues de una forma abrupta sentí un incontenible impulso de llorar, sentí cómo mi boca temblaba al experimentar el inmenso amor que mi hombre me tenia y recordar la forma como yo lo había traicionado, habiendo perpetuado actos de infidelidad compartidos con su propio hijo.

Los sollozos que sacudieron mi cuerpo no tardaron en delatarme y mi esposo de inmediato me hizo mirarlo a los ojos, encontrándome con una mirada preocupada e interrogante, pues era evidente que ese hermoso y maravilloso hombre, no sabía qué era lo que estaba pasando. En ese instante en que mi mirada y la suya se encontraron, entendí que no podía seguirle ocultando algo como lo que hice con mi hijo, pues sabía que el hacerlo me torturaría por el resto de mi vida y que él debía conocer la verdad; necesitaba decírselo, necesitaba que me escuchara y que entendiera las razones por las cuales lo hice, era importante que lo hiciera, ya no podía guardar más ese secreto, pues nunca había ocultado nada a los ojos de ese hombre hasta el momento en que decidí masturbar a mi hijo en la ducha.

- ¿Qué pasa, mi amor? - dijo mi marido mientras me miraba, con un gesto de preocupación e incertidumbre en el rostro - Sabes que puedes contarme lo que sea ¿Cierto? - aseguró, con la ternura del comprensivo esposo que siempre había sido conmigo, mientras lo miraba a los ojos, temblando de miedo ante la posibilidad de que revelarle aquella verdad pudiera hacer pedazos nuestro matrimonio. Me abracé a él escondiendo mi cara en su pecho, sin dejar de llorar ni detener la forma con que mis sollozos sacudían mi cuerpo.

- Por favor no me odies por lo que hice, te lo ruego - dije suplicante mientras él volvía a acariciar mi cabello y me abrazaba por la cintura con su brazo libre - ¿Recuerdas la noche en la que la computadora de Andy se me cayó de las manos?

- Por supuesto, te veías muy alterada, aunque…

- Esa noche descubrí que Andy había pensado en quitarse la vida.

- ¿Qué estas diciendo? Pero ¿Por qué no me…?

- No sé por qué no te lo dije, no supe que hacer con lo que sabía mas allá de aferrarme a mi hijo con ...