Karen: la depresión de mi hijo (6) - Relatos Eróticos

Karen: la depresión de mi hijo (6)

Tapé la boca de mi marido para evitar que nos escucharan mi hijo y Victoria. Mi esposo se acercó a mí y se asomó ligeramente a la cocina, abriendo mucho los ojos cuando se encontró con la imagen de esa hermosa chica arrodillada frente a mi hijo, con el pene de mi muchacho metido en la boca mientras trataba de tragarse todo el semen que había depositado dentro de ella.

Era claro que mi esposo se encontraba desconcertado ante lo que veía y más aún tras haberme visto masturbándome con los gemidos y las imágenes que aquel par me brindaron cuando me dirigía a la cocina, pero para mi sorpresa, al estar pegada a mi marido y sentir el contacto con su cuerpo semidesnudo, pues se había puesto su traje de baño, noté que su miembro comenzaba a endurecerse poco a poco mientras su mirada permanecía inamovible de la imagen que esos jóvenes le ofrecían. No estaba dispuesta a desperdiciar el momento, lo que vi en esa cocina me había excitado demasiado y quería apagar nuevamente el fuego que mi hijo había encendido.

- Sí, en definitiva no tienes nada de qué preocuparte, tienes un pene muy lindo y de muy buen tamaño, Andy - dijo Victoria mientras mi mano se metía en el traje de baño de mi marido y comenzaba a acariciar su hermosa y endurecida verga.

- No lo dices en serio, seguramente solo lo dices por no hacerme sentir mal - dijo mi Andy, con ese tono de voz tímido e inseguro, a la vez que sentía la mano de mi esposo descendiendo por mi cuerpo para embadurnar sus dedos con el semen que aún escurría por mis piernas y comenzar a acariciar mi clítoris, sin perder de vista lo que ocurría en la cocina.

- No, jamás te mentiría, en serio tiene un tamaño poco común, seguramente harás muy feliz a muchas amiguitas tuyas - en aquel momento mi cabeza giró un poco para ver lo que pasaba en la cocina y me encontré con la imagen de Victoria acariciando lentamente el entonces flácido pene de mi hijo mientras lo miraba embelesada, como si jamás hubiera visto algo tan hermoso en su vida.

Una oleada de celos embargó mi cuerpo, de la misma forma como lo había hecho cuando los miré platicando sobre las tablas flotando en el mar, pero en aquella ocasión, por alguna razón que nunca llegué a comprender, aquella sensación hizo que mi excitación se fuera al cielo, que sintiera una oleada de placer recorriendo todo mi ser, que mirara a mi marido con un inusual deseo y una insostenible necesidad de besarlo, de tenerlo nuevamente dentro de mi cuerpo.

- Vale, supongamos que te creo, entonces ¿Por qué Liliana…?

- Andy, tienes que olvidarte de esa niña, ninguna mujer que se respete a sí misma haría lo que hizo ella - mis labios se prendaron de los de mi esposo mientras comenzaba a penetrarme con sus dedos logrando una mayor profundidad - créeme que cualquier mujer te lo podría decir, con lo que hizo la única que se denigró fue ella; y vale, por supuesto que te dolió, era tu novia y la amabas, pero ya verás cuando regreses a la escuela lo que la gente piensa de ti y lo que ...