1. Karen: la depresión de mi hijo (6)


    Fecha: 01/10/2019, Categorías: Incesto Autor: Jane Cassey Mourin, Fuente: TodoRelatos

    ... bajara al suelo, quedando él de espaldas a la cama, mirándome con lascivia mientras me despojaba de la blusa y luego me arrodillaba frente a él, le bajaba el traje de baño y sin demora me metía su miembro en la boca, degustando el sabor de su semen con los fluidos que me salieron del culo minutos atrás, sintiendo las palpitaciones de su verga cimbrando mi lengua mientras una de mis manos le apretaba el culo y otra le sobaba los huevos para obligarlo a retorcerse de placer ante mis caricias, sintiendo sus manos en mi cabeza y el suave movimiento que hacía con sus caderas, guiando mi cabeza como él quería que la moviera, tomando una vez más el control de la situación, apoderándose de mi voluntad como tanto me gustaba que lo hiciera.
    
    Siempre había disfrutado mucho comerle el pene a mi esposo, era una delicia sentir el placer que le provocaba en cada espasmo que sufría su cuerpo, en cada gemido, la forma como movía sus caderas y la manera como me tomaba de la cabeza guiándome para mamar de su sexo como él quería que lo hiciera, pero no quería demorar aquello por demasiado tiempo, necesitaba sentirlo dentro, necesitaba montarlo y de nuevo gritar de placer sobre su cuerpo.
    
    Me puse de pie mientras mi esposo me miraba y lo empujé a la cama, robándole una sonrisa llena de lujuria mientras caía y quedaba recostado sobre las cobijas, mirando con ansiedad la forma como me subía encima de él, tomaba su miembro con mi mano para acariciarlo un par de veces y luego lo colocaba justo en la apertura de mis labios, sentándome sobre su hermoso instrumento, con los ojos en blanco mientras sentía cómo me abría el vientre en una apretada y tortuosa caricia que me arrancó un gemido gutural y me llevó a mover las caderas incluso antes de tenerlo completamente adentro.
    
    Coloqué mis manos en el pecho de mi hombre, inclinando un poco mi cuerpo hacia delante mientras el posaba las suyas en mis piernas. En esa posición, el movimiento de mis caderas provocaba que mi clítoris también recibiera un poco de cariño, haciendo que me estremeciera una y otra vez, que mi piel se erizara continuamente sin detenerse y una multitud de gemidos escapara de mi boca ante el placer que me provocaban los sensuales movimientos que ejecutaba sobre el cuerpo de mi marido, quien por unos minutos me cedió el control de la situación, dejando que me diera gusto, que lo hiciera a mi ritmo y a mi modo, que provocara mis propios gemidos mientras él se limitaba a mirar mi cuerpo y mi rostro contraído en expresiones de lujuria y placer; sin embargo, siendo el increíble hombre dominante que era, no soportó estar mucho tiempo manteniendo esa actitud pasiva y pronto comenzó a moverse debajo de mí, primero acompasando sus movimientos con el ritmo que marcaban mis caderas, incrementando por mucho el placer que me hacía sentir entre las piernas.
    
    - Dime algo, mi amor ¿Te excitó ver cómo Victoria hacía sonreír a tu hijo, cierto? - su pregunta me sorprendió con la guardia abajo mientras permanecía con ...
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