1. Una Mamá Ninfómana_3


    Fecha: 29/09/2019, Categorías: Incesto Autor: Jose Caeli, Fuente: TodoRelatos

    Capítulo 3
    
    «Con el hijo, sin miedo»
    
    Ella lo besó, apretó sus labios sobre su boca y le empujó la lengua entre los dientes. Continuó acariciando su verga mientras con su lengua jugaba dentro y fuera de su boca.
    
    Agarrando una de sus manos, se la llevó a las tetas y convenció al muchacho de acariciar sus tetas.
    
    Él gimió mientras la seguía besando y tímidamente clavó sus dedos en la piel de la teta de Brenda.
    
    Finalmente apartando su boca de la de él, ella le sonrió y dijo:
    
    —No seas tan tímido, cariño. Me gusta cuando me tocas.
    
    Brenda abrió su bata, dejando que cayera hacia los lados para exponer su bragas transparentes que cubrían su entrepierna.
    
    —Toca mi vulva —dijo.
    
    Eduardo la miró a la cara y se sonrojó y luego bajó la mirada con ojos ardientes hacia la entrepierna de su mamá.
    
    Ella se rió entre dientes y jalo su mano entre sus piernas hasta que sus dedos estaban sobre nailon directamente sobre sus labios vaginales.
    
    —Acaricialo justo ahí —ella dijo.
    
    Movió los dedos de un lado a otro sobre la entrepierna cubierta de sus bragas. Ella miró hacia abajo y vio lo mojada que estaba, su jugo lubricante había empapado sus bragas por completo, los dedos de su hijo ya brillaban con su sustancia del coño.
    
    Ella se estremeció al imaginarlo lamiendo el jugo de su lubricación, pero era demasiado pronto para eso. No quería asustarlo, eventualmente, ella le enseñaría cómo lamer y besar la piel de su vagina.
    
    —¿Puedes sentir lo mojada que estoy, bebé?
    
    —Sí —dijo él.
    
    —Eso es porque estoy caliente por ti. Es como cuando tienes una erección. Mi clítoris pequeño también se pone duro, pero yo también me mojo mucho, hoy en la oficina cuando estaba pensando en ti, mojé mis bragas. Acariciando un poco más duro, cariño. Tus dedos se sienten maravillosos.
    
    Ella acarició su pene, lo apretó y frotó su pulgar sobre su glande. Siguieron jugando entre ellos un rato, y luego decidió que era hora de quitarse las bragas.
    
    Ella le dijo que la ayudara. Él le sonrió, con sus ojos llenos de emoción jalo las bragas por sus muslos y fuera de sus piernas.
    
    Brenda se sentó de lado en el sofá para mirarlo, levantó una rodilla y abrió sus muslos para mostrarle su vagina.
    
    Él miró su vulva con ardiente lujuria en sus jóvenes ojos.
    
    —Te pone caliente, bebé, ¿no es así? —dijo ella.
    
    —Sí —dijo él.
    
    Deslizando sus dedos sobre su coño, separó sus labios.
    
    —¿Puedes ver más ahora? ¿Puedes ver mi clítoris?
    
    —Creo que sí.
    
    —Pon tu dedo en ese punto.
    
    Eduardo extendió la mano y puso la punta de su dedo en el eje de su clítoris.
    
    —Eso es todo —dijo ella—. Acaricia, cariño. Justo ahí. Acaricia de arriba abajo. Así, simplemente así.
    
    Cerró los ojos y se concentró en la hermosa sensación producida por la yema del dedo empujando el prepucio hacia adelante y hacia atrás sobre la cabeza de su clítoris. Tenía mucho que aprender, pero ella le enseñaría todo.
    
    Después de un rato ella le hizo meter un dedo dentro de su coño. Miró la mano de su ...
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