1. Súbete la falda


    Fecha: 29/09/2019, Categorías: Incesto Autor: VictoriaSG, Fuente: TodoRelatos

    ... hacerlo más.
    
    Cada vez empatizaba más con ese hombre, me provocaba mucha ternura. Como he dicho, ella era buena persona, pero no merecía un marido tan bueno. Ojalá encontrara yo a alguien así. Ese pensamiento se quedó en mi cabeza, alejado solo cuando él quiso continuar la conversación.
    
    - ¿Y tú que me cuentas, Rita?
    
    - ¿Qué quieres saber?
    
    - Si llegas tan tarde por las noches porque estás fumando o hay algo más.
    
    - Te prometo que no. Esos chicos son los únicos amigos que he tenido, solo eso.
    
    - ¿Todavía eres virgen? Perdón, no tienes que contestar.
    
    - Tranquilo. No, no lo soy. Tuve un novio en el orfanato.
    
    - ¿Y qué pasó?
    
    - Que una vez que lo adoptaron dejó de contestar mis mensajes.
    
    - Lo siento.
    
    Todo el afecto que sentía por ese hombre no me impidió volver a meter la pata. Con los últimos cinco euros que me quedaban compré otro paquete de tabaco, cogí el autobús y fui para el parque. Escuchando música se me volvió a pasar el tiempo. Me encontraba en la misma situación, pero no quería perder mis últimos cigarros. Llegué a pensar en meterme unos cuantos en el coño, pero no me atreví. Tampoco podía esconderlo entre las tetas, tenía un buen par, pero no hasta ese punto. Lo sentía mucho, pero tenía que ir un paso más allá. Me quité el tanga, lo guardé en la mochila y me coloqué el paquete donde siempre.
    
    - Pensé que estos días habían servido para algo.
    
    - Lo siento, no sabía que era tan tarde.
    
    - El chicle de menta no sirve de nada, apestas a tabaco.
    
    - Me quedaban dos, ya no fumo más.
    
    - Súbete la falda.
    
    Puta adicción. Ojalá no me lo hubiera pedido, pero lo había hecho y me la tenía que jugar. Me subí la falda por completo. Quedaron al aire mis muslos y mi sexo rasurado. Lejos de quedar intimidado o apartar la mirada, Saúl acercó su mano y me quitó el mismo la cajetilla. Aquello me puso la piel de gallina, me ruborizó. Llegué a desear que volviera a hacerlo, pero esta vez para agarrar otra cosa.
    
    - No te lo voy a decir más, Rita, te tienes que desenganchar.
    
    - Ojalá fuera tan sencillo.
    
    - Sé que no es fácil, pero pronto habrá un bebé en casa y no voy a tolerar el humo.
    
    - Pero si nunca he fumado aquí.
    
    - Eso me da igual y a Marina le va a importar menos.
    
    - ¿Por qué sigues con una mujer que no te toca?
    
    - Porque la quiero.
    
    Vi el dolor en sus ojos. Saúl estaba enamorado, pero comprendía igual que yo que ella no lo estaba, que solo quería ser madre a toda costa. Él probablemente esperaba que la llegada del bebé cambiara la situación. En ese momento me hubiera encantado hacerle feliz. No quería su dinero ni sus lujos, ya ni siquiera pensaba en la adopción, solo quería que se sintiera amado.
    
    - Tienes razón, es vuestra casa y vuestras normas. No más tabaco.
    
    - Gracias, Rita. Es por tu bien.
    
    - Pero déjame decirte una cosa.
    
    - Claro, dime.
    
    - Yo podría darte todo lo que ella no te da.
    
    Esa frase me salió del alma, igual que me salió lanzarme a sus brazos y besarle. Su resistencia duró ...