Cruce de Historias X - Relatos Eróticos

Cruce de Historias X

... esperanzas y tampoco dejó de acostarse con otras chicas, como hizo su hermano Alberto. Ella lo aceptó, consciente de que era la única forma de retenerlo y conseguir que volviera a sus brazos. Y él siempre volvía. Hasta que dio el salto a la pasarela internacional. Demasiados viajes, demasiados días fuera de Madrid y además, fue entonces cuando se cruzaron en su camino Judith y Marta. Él nunca olvidó a Paula pero dejó de llamarla cuando sus visitas a Madrid se espaciaron tanto que llegaron a pasar meses sin verse.

¡Qué ciego estaba entonces y que descolocado! había perdido el control y para cuando comenzó otra vez a frecuentar la capital se sintió incómodo a la hora de llamarla, más bien cobarde, reconoce ahora. Supo que había jugado con ella y aunque le apetecía volver a verla, no se atrevía a dar el paso porque eso podía implicar rechazo o que le cayera una buena bronca y en aquella época vivía demasiado bien, demasiado rápido y estaba demasiado satisfecho para atentar contra su vanidad rebajándose a pedir perdón.

¡Que poco conocía a Paula y que estúpido era! reconoce ahora.

Luego vino lo del accidente. Quizás le hubiera correspondido una bofetada de la vida que le devolviera a la realidad, que le sacara de la función de teatro que se había montado y lo pusiera de pie en el escenario, tarde o temprano su ritmo de vida hedonista y despreocupado le habría acabado pasando factura, pero nadie esperaba que fuera de una forma tan brutal y rápida. De las pasarelas a los quirófanos, de los desfiles de moda por toda Europa a la peregrinación por distintos hospitales, de la brillante fama a la oscuridad, de las substancias prohibidas que provocaban euforia a la morfina para soportar el dolor…pero lo peor de todo fue su rostro. Apenas le bastaba estar vivo y saber que aunque muy maltrecho, no quedaría en una silla de ruedas, pero su cara…no estaba preparado para eso. Cualquier atisbo de recuperar aunque en parte su vida anterior quedo tan destrozado como su rostro.

Rememora sombrío aquellos días, cuando se negó a seguir viviendo. Tras muchas intervenciones los cirujanos le devolvieron una apariencia casi normal, lo suficiente para no verse como un monstruo deforme a pesar de las cicatrices, pero estaba claro que había dejado de ser aquel chico guapísimo que conquistaba solo con un gesto. Pensó que nadie lo aceptaría, entre otras razones porque ni él mismo se reconocía.

En los pocos momentos de lucidez que tuvo en los primeros días, pidió que se mantuviera en secreto el accidente. Aún conservaba la esperanza de que de una forma u otra se recuperaría. Algunas personas cercanas se acabaron enterando, pero la noticia no trascendió. Su agenda se canceló sin demasiadas explicaciones alegando solo enfermedad. Muchos supusieron que estaba en desintoxicación por algún tema relacionado con drogas y la mayoría no hicieron preguntas. El mundo de la moda se consume a sí mismo y a la vez se regenera con una rapidez asombrosa. Pero hubo alguien que si se ...