1. EL SECRETO DE NUEVA ESPERANZA: Fray Thomas, sexo en el confesionario… (Capítulo 5)


    Fecha: 16/09/2024, Categorías: Gays Autor: Mateo, Fuente: SexoSinTabues30

    —Ave María purísima… —dijo Fray Thomas.
    
    —Sin pecado concebida….
    
    —Dime hijo, ¿cuáles son los pecados que te afligen?…
    
    —Padre, acúsome de haber caído en el pecado de la carne, la lujuria, lascivia y concupiscencia. —decía Juan Pablo, esbozando una sonrisa pecaminosa y cargada de malicia en sus labios.
    
    Fray Thomas dio un suspiro.
    
    A través de la rejilla que los separaba a ambos, Juan Pablo podía ver al sacerdote acomodándose el cuello de su sotana oscura.
    
    —¿Qué es lo que hiciste, hijo?. —decía Fray Thomas con su acento francés.
    
    —Hace algunos días… me dejé llevar por la tentación… sucumbí al pecado de la carne y me dejé envolver por los placeres carnales… —decía Juan Pablo, queriendo convencer al sacerdote de que estaba arrepentido de su pecado.
    
    —¿Te refieres a…?.
    
    —Al sexo… Fray Thomas… me acosté con quien no debía.
    
    Fray Thomas levantó la mirada al techo del confesionario, tragó saliva y continuó preguntándole a Juan Pablo.
    
    —¿Tuviste… tuviste intimidad con alguna muchacha?… Pero, ¿Qué edad tienes, hijo mío?
    
    —Tengo catorce años… Y… no, Fray Thomas… fue con un hombre.
    
    El religioso abrió los ojos ante tal confesión, completamente sorprendido por las palabras de Juan Pablo.
    
    —¿Un hombre?.
    
    —Sí… y fue algo que yo disfruté en total plenitud.
    
    —La sodomía es…
    
    —Es un pecado, lo sé. Pero sentir la calidez de ese ano alrededor de mi pene me hizo alcanzar la gloria, Fray Thomas… Y sus gemidos en cada penetración me excitaban como usted no tiene idea.
    
    Fray Thomas tragaba saliva con más fuerza y se secaba el sudor de la frente.
    
    —Su boca es tan caliente, y sentir sus succiones en mi glande me enloquecen. Verlo tragarse mi semen es un placer infinito para mis ojos…
    
    —¿Con quién fue? —preguntó el sacerdote.
    
    —Su nombre no interesa, es uno de los peones de la hacienda de mi padre… alguien de mi edad.
    
    —Los placeres carnales de esa índole no son del agrado de Dios. —decía Fray Thomas.
    
    —Pero lo son del mío.
    
    —¿Cómo pasó? —preguntaba el sacerdote, mientras deslizaba su mano, sigilosamente, entre su sotana hasta alcanzar su pene y lo acariciaba con suavidad.
    
    Juan Pablo había clavado su mirada en Fray Thomas, lo sentía nervioso y un poco agitado, con la frente sudorosa y sus mejillas rojas, muy acalorado.
    
    —Fue muy repentino, —dijo—. La primera vez lo hicimos en el río, esa vez solamente me la chupó, mi pene casi no le cabía en la boca, pero se notaba que le gustaba. Luego fuimos hasta un sitio solitario y se la metí con furia, le dolía, pero no me pedía que se la sacara, a pesar de que la tengo muy grande… muuuy grande, Fray Thomas.
    
    —¿Qué tan grande?. —preguntaba el sacerdote.
    
    —Más grande que la de un adulto, y eso que ni siquiera he cumplido los quince años. Puedo agarrarla con mis dos manos y aún queda la cabeza libre, y de grosor mejor ni hablo.
    
    Fray Thomas respiraba agitado, mientras acariciaba con más fuerza su pene. En eso, giró un poco su cabeza y clavó su mirada fijamente en Juan Pablo, ...
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