Soy hijo de puta// Cap. 2 - Relatos Eróticos

Soy hijo de puta// Cap. 2

... está muy céntrico. Lo malo es que tengo por vecinos a un montón de estúpidos universitarios con los que tendré que lidiar.

Aquella es como una especie de casa de asistencia para estudiantes. Una residencia de dos pisos con cuartos pequeños donde duermen estudiantes de ambos sexos. Me extraña que aquí se admitan ambos géneros. De hecho, yo me he hecho pasar ante la cacera, una tal doña Eulalia, como estudiante que viene a pasar sus últimos semestres en Monterrey, a fin de que me hiciera una rebaja en el alquiler.

Doña Eulalia me lo ha creído porque tengo la edad de universitario. En apariencia luzco como un buen muchacho, y por si fuera poco me ha hecho firmar un documento donde me hago responsable sobre los daños y perjuicios que se pudieran presentar durante mi estancia, en el contrato por seis meses, donde podré renovar si todo sale bien.

Este fin de semana lo he pasado encerrado en mi cuarto, descansando y usado mi Facebook para buscar trabajo en diferentes gimnasios aledaños a donde vivo, que, dicho sea de paso, está presuntamente cerca de donde está la universidad privada donde trabaja… ella, la tal Amelia, por el rumbo de San Jerónimo.

El sábado por la noche mis compañeros de casa hicieron una fiesta (pobre cacera, si supiera los reventones que organizan sus inquilinos) y aunque fue un fulano a decirme que bajara con ellos, para presentarme ante el resto de habitantes (algunos ocho o nueve me parece), le dije que estaba cansado y que prefería descansar, que el lunes me presentaría ante todos… cosa que, si puedo, intentaré evitar.

Yo, aunque sigo siendo joven, ya no estoy para esas mamadas. Rodearme con babositos fiesteros no está entre mis prioridades.“Hay chicas bien buenotas” le oí decir al tipo afuera de mi cuarto“anímate a venir, te gustará el buen rollo.”

Yo estaba echado en mi pequeño cuarto de tres metros cuadrados oyendo el desmadre de afuera, (eso que mi cuarto está en el segundo piso), y le respondí secamente:“A mí me gustan las milf, mi estimado, las mujeres maduras, con experiencia, las que sí saben coger. Así que yo paso de las nenitas.”

El fulano se marchó indignado, diciéndome algo como“tú te lo pierdes.”

Y pues sí. Me lo perdí. Pero no sufrí por ello. Me la pasé mejor mirando películas porno donde las maduras eran las protagonistas guarras, a quienes, después de mucho vacilar, terminaban accediendo a hacer toda clase de puercadas que el joven semental les obligaba a realizar.

Y ahora heme aquí, un lunes por la mañana, diciéndome que ya casi estamos a finales de los cursos en el nivel superior, lo que significa que todo está por terminar.

Y por eso, mi urgencia por presentarme en esa universidad es imperativa. Encima está esa otra… estúpida... La tal Esther, su otra hija, alguien a quien imagino como una riquilla de mierda, alzada, mimada, presuntuosa, a quien odio sin conocerla porque es ella la que se robó el cariño que nuestra madre debía de compartir conmigo.

¡Y sé que no debería de ...