Soy hijo de puta// Cap. 2 - Relatos Eróticos

Soy hijo de puta// Cap. 2

Mi constitución física ha producido un cambio en mi autoestima que no me esperaba. De ser un donnadie, ahora soy un tipo al que las mujeres miran, al que los hombres admiran, y al que mis enemigos aborrecen.

Odio cada vez que me dicen que me parezco a la tal Amelia. Que mi piel sonrosada, la cual suelo tostar con el sol para evitar parecer un cerdito, es idéntica a la suya. Que si el color claro de mis ojos son tan brillantes como los suyos. Que si mi rostro cincelado y fino, cual modelo de instagram, se parece bastante el de ella. Que si soy tan alto, al medir 1.92 mts, se lo debo a que ella también era una mujer alta.

En fin. Hasta en mi cabello castaño claro, tirando a rubio, dicen que me parezco a ella.

Encima... (y esto es lo que más me ha dejado asombrado) parece que heredé de ella mi gusto por la vida fitness. No puedo negar que me ha causado una impresión rarísima el hecho de saber que la tal Amelia es la directora de la facultad de nutrición en una universidad de Monterrey, lo que significa que al dejarnos a mi padre y a mí continuó con su carrera universitaria hasta conseguir… ese título tan preciado para mí que, de alguna manera, jamás lograré tener.

Me miro en el espejo posando de perfil y observo mi desnudes. Mis brazos y antebrazos marcados por la masa muscular, incluso mis pectorales definidos y mis salvajes abdominales pueden ser intimidatorios, aunque también me siento orgulloso de mis piernas musculosas y de mis potentes nalgas.

Jamás me he metido esteroides y anabólicos químicos. Me parece una burda tontería engañar a tu musculatura de esa manera. Además quiero seguir conservando el largo y grueso de mi verga, que es muy buena enloqueciendo mujeres, y así evitar que se encoja o me deje de funcionar, como pasa con quienes recurren a ese tipo de drogas.

Me cambio y continúo guardando mis cosas para el viaje. Han pasado casi tres semanas desde que Angélica me diera todos los detalles sobre la tal Amelia y desde entonces no he hecho otra cosa que hacer los preparativos para mudarme hasta Monterrey.

Ya he alquilado mi casa a unos conocidos míos. Me depositarán en mi tarjeta mensualmente una módica cantidad con la que pretendo pagar el alquiler de un cuarto en Monterrey. Es una putada que toda es puta ciudad sea tan costosa. El puto cuarto de mierda (porque ni siquiera es un departamento en forma) es pequeñísimo. Incluso habrá que compartir la ducha con el resto de personas que viven en ese piso. No obstante, he intentado dejar de quejarme, porque es para lo único que me alcanzó mi presupuesto. Lo bueno es que el costo incluye el pago del internet.

Ya con mis ahorros al menos trataré de vivir por lo menos un mes. Sobre todo, intentaré surtir mi despensa. Con el dinero que llevo podría vivir fácilmente tres o cuatro meses en cualquier otra ciudad de México, incluso dos meses en Cancún. En Monterrey sólo me ajustará para un mes. Así se cara es la ciudad más rica de Latinoamérica.

He alquilado la mierdecita de ...