1. Soy hijo de puta// Cap. 2


    Fecha: 13/09/2024, Categorías: Incesto Autor: JOS LIRA, Fuente: TodoRelatos

    ... tal Amelia, todo el sufrimiento que nos provocó su abandono.
    
    “Va por ti, papá.”
    
    ***
    
    —¿Cómo es eso de que te vas? —me pregunta doña Meche, que ha entrado a mi casa sin llamar—. Kike, muchacho, ¿cómo te pones a hacerle caso a mi hija respecto a que encontró a Amelia? Ni siquiera estamos seguros de si esa mujer que vive en Monterrey es tu madre.
    
    Bajo la maleta del sofá y miro con reproche a mi ex amante. Yo apenas me he puesto el pantalón, porque estoy desnudo de la cintura hacia arriba. Tengo un desodorante de cuerpo cilíndrico en la mano con el que pretendo librar mis axilas de exudaciones durante el viaje.
    
    —¿No se enteró, doña Meche, que a la vuelta de la esquina mataron a una mujer?
    
    —¿Qué? ¿Por qué?
    
    —Porque entró a una casa sin llamar.
    
    Doña Meche tuerce los ojos. Se acomoda sus gordísimas tetas en ese pequeño vestidito floreado que lleva puesto y me dice, mirando mi equipaje.
    
    —A ver, Kike, lo siento, en verdad. Disculpa por entrar así, pero cuando Angélica me ha dicho que te ibas a buscar a esa mujer… me he mortificado por ti.
    
    —¿Ahora ya se mortifica por mí, doña Meche? Porque hasta donde recuerdo, la última vez que nos vimos me dejó claro que nunca más le volviera a dirigir la palabra. Incluso me tildó de “hijo de puta” y me corrió de su casa, sin pasar por alto el hecho de que me dio en la cabeza con un sartén.
    
    De recordar aquél bochornoso suceso, incluso me vuelve a doler la nuca.
    
    —¡Te encontré con la verga ensartada en la vagina de mi hija, cabrón! ¿Qué esperabas que hiciera? —me responde, poniéndose las manos en la cintura.
    
    Yo no puedo dejar de ver cómo se balancean sus grandísimas tetas cada vez que se mueve. Trato de relajarme pasándome el rol del desodorante por mi axila derecha. Las miradas guarras que me echa la vieja me elevan el ego. Doña Meche solía decirme que le parecía un sueño que un chico “guapo” y atlético como yo se pudiera fijar en ella, que era gorda y cuarentona.
    
    —Habría sido peor, doña Meche, si me hubiera encontrado follando a su marido.
    
    —¡Kike, por favor! ¿Es que nunca hablarás en serio?
    
    Doña Meche fue como otra madre para mí, en sentido figurado, claro. Una madre… in…c estuosa, si ponemos en antecedentes nuestro tipo de relación, pero al fin y al cabo madre. Lo digo porque ella me ha visto crecer. Ella ha sido la única mujer que, desde que se fue Amelia, se preocupó porque yo no pasara hambres ni fríos. Ella vio mi transición de niño a puberto, de puberto a adolescente. Y de adolescente a hombre. Ella conoció cada una de mis facetas sexuales.
    
    Doña Meche fue testigo de cómo mi pene se fue desarrollando durante todos estos años, y a su vez el interior de su vagina se fue adecuando a mis generosas longitudes según iba creciendo: de tener un pene del tamaño del de su marido, cuando yo tenía catorce, pasé hasta los 22 centímetros de longitud que tiene ahora, aunado a la gordura que le ensancha sus paredes internas y que provocan su insatisfacción cuando su esposo la ...
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