1. Soy hijo de puta// Cap. 2


    Fecha: 13/09/2024, Categorías: Incesto Autor: JOS LIRA, Fuente: TodoRelatos

    ... tendré que tomar un autobús, ¿alguna otra pregunta, doña Meche? Porque se me está haciendo tarde.
    
    La señora Mercedes de la Colina me observa con un gesto de no dar crédito a mis decisiones. Me mira con tristeza y desdén. Lucha por encontrar las palabras precisas por retenerme, pero no puede.
    
    —¿Cómo vas a irte y dejar todo aquí, Kike? Tu trabajo como entrenador, en ese gimnasio, tu casa, tus amigos… ¿crees que con lo clasista que son los regiomontanos vas a conseguir que te den empleo en cualquier lugar en Monterrey? ¡No puedes irte, mi cielo! ¡Me dejas a mí y a la propia Angélica!
    
    —¿Ahora me dirá que me extrañará, doña Meche, cuando lleva meses sin dirigirme la palabra?
    
    Y repentinamente la mujer comienza a desnudarse, sacándose sus dos enormísimas tetas morenas por encima de la blusa, las cuales caen en su pecho, pesadas, obesas, con los pezones apuntando a mi cara. Y a mí se me hace agua la boca, mientras aprieto el desodorante.
    
    —¡Cómo vas a irte y dejarme con estas ganas que tengo de que me hagas el amor ahora mismo! —empieza a lloriquear, bajándose el vestido hasta que este cae sobre sus sandalias blancas—. ¿Sabes lo que he extrañado todo este tiempo sentirme rellena? ¡Lo que me has hecho falta, hijo de puta!
    
    Y cuando me llama así, presiono con más fuerte el embace del desodorante y me echo contra ella. La hago retroceder y la estampo violentamente contra la puerta de mi casa, que está frente al recibidor.
    
    —¡Eso es lo que soy, vieja calenturienta! —le digo, clavando mi boca en su cuello, mordiéndoselo y lamiéndoselo—. ¡Soy hijo de puta! ¡El hijo de esa puta llamada Amelia!
    
    —¡Oh, Dios… oh! —jadea doña Meche, cuando me siento el contacto de mi piel contra sus ardientes ubres gigantes, las cuales se aplastan contra mí—. ¡No puedes simplemente irte… mi hombrecito… no puedes privarme de ti…! ¿Sabes que te amo…? ¿Sabes que he sufrido horrores por no tenerte? ¡Qué haces, malvado, qué haces!
    
    Mientras mis dientes buscan marcarla como si fuese una vaca de mi ganado, con mis dedos libres hurgo dentro de su hendidura, que está chorreando a madres. Doña Meche jadea de nuevo mientras entierra sus uñas en mi espalda, provocándome dolor y pasión, al tiempo que so continúo profundizando dentro de ella, para luego, con toda la humedad que se ha impregnado en mi mano, humedecer del mismo modo todo el embace enjuto y circunferencial de mi desodorante, para finalmente poner la base superior sobre la entrada de su coño.
    
    —¡Por Dios… Kike… mi hombre… qué haces…! ¡Aahhh! ¡Aahhh! —empieza a lloriquear cuando bajo mi boca a la altura de sus melones y empiezo a mordernos de uno a uno, al cabo que con mis dedos y con mi mano empujo lentamente el largo de mi desodorante hacia su interior.
    
    —¡Abra sus gordos muslos, vieja cachonda…! —le ordeno, tratándola de una forma vejatoria que jamás había hecho con ella—.
    
    —¡¿Qué es… eso tan… helado que me metes…?! ¡Kike… Kikeee! ¡Oh, Dios todopoderosoooo!
    
    Mis dientes se hunden en sus carnosas ...
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