1. Soy hijo de puta// Cap. 2


    Fecha: 13/09/2024, Categorías: Incesto Autor: JOS LIRA, Fuente: TodoRelatos

    ... fondo de la cuadra finalmente logro ver la majestuosa entrada de la universidad. Y las piernas comienzan a temblarme.
    
    «¿Sabes, Kike? A esa mujer, la tal Amalia, a leguas se le nota que hace ejercicio y que pone en práctica sus conocimientos de nutricionista, tal y como lo haces tú. ¿Te digo por qué? Pues porque ella tiene un cuerpo que te mueres… Vamos, Kike, que tu madre es una mujer verdaderamente majestuosa. Ahora comprendo por qué tu padre estaba endiosado con ella. Enloquecido. Si la vieras, tú también enloquecerías. Por eso creo que cuando la vuelvas a ver, te juro que quedarás perdido en sus ojos…»
    
    Sus ojos… sus ojos… zafiros… sus ojos… hermosa… cabello corto… sus ojos… cabello rubio y platinado…
    
    Al cruzar la calle que me lleva a la entrada de la universidad me doy cuenta de que la puerta está abierta. Y entro. Respiro hondo y camino sin que nadie me detenga. Los nervios los tengo de punta.
    
    Todavía no sé qué le voy a decir cuando la vea, y ese pequeño pero muy significativo detalle provoca que mi adrenalina esté al límite. Puedo sentir los pálpitos de mi corazón sacudiéndome el pecho.
    
    Algunas chicas me observan de lejos cuando entro. Están sentadas en hileras de bancas desde donde fisgonean. Miran mi cuerpo. Mi culo. Mi pecho, mis bíceps. Tengo puesta una camisa blanca muy ajustada a mi cuerpo y me sigo sintiendo observado. Entiendo que me miren de esa forma tan libidinosa, pero la verdad es que comienzo a incomodarme, sin importar que como instructor de gimnasio estoy acostumbrado a que me miren. La gente de pueblo te mira con admiración y a veces recelo. Aquí, en la ciudad, te miran con lujuria y con envidia. No sé cómo explicarlo. Es como si te juzgaran.
    
    Mientras voy por un pasillo simulando no ver a nadie, advierto de pronto que todos me siguen observando, excepto aquella muchacha que está parada bajo un árbol de copa ancha, y cuya mirada ha cruzado con mi cara un par de veces, sin detenerse en observarme como los demás. Ella más bien no me mira a mí, sino a alguien…
    
    “Pfff… que carita más hermosa tienes, pequeña”
    
    La chica espera a alguien, seguro. Mira con desesperación hacia la entrada y parece enfadada porque no ha llegado quien ella espera. Parece nerviosa. Pero ni eso ni lo otro le quitan esa hermosura de su rostro. Un rostro blanco, limpio, sin maquillaje, refinado. Su boquita fruncida y, aun sin pretenderlo, luce erótica.
    
    Sus labios rosados, naturales, sin barniz, gruesos, hinchados, colorados como si alguien los hubiera besado por siglos dejándole ese tono tan hermoso.
    
    “¿A quién esperas, bonita?” le pregunto desde mis silencios, mirando hacia donde ella mira.
    
    Sus ojos y sus hermosas pestañas largas que coronan su mirada de princesa de cuento se vuelven muy grandes cuando aparecen dos sujetos por el pasillo. Y yo me rehúso a creer que esos fulanos con apariencia de malvivientes estudien en esa universidad y, mucho menos, que sean amistades de esta chica tan hermosa, que parece fina y de buena ...
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