Mi padre me hace cornudo. - Relatos Eróticos

Mi padre me hace cornudo.

... realmente si terminaríamos teniendo una noche romántica en su casa o en un local liberal rodeada de varios hombres de su gusto. Tuvimos ocasión de saludar al jefe de mi madre, un maduro al que conocía bastante bien, ya que era uno de los amantes habituales de mi madre y que en más de una ocasión, me humilló mientras mantenía relaciones con ella. Conoció a Raquel una noche que salieron mi novia y mi madre y terminaron en el despacho de él los tres, a la mañana siguiente cuando me comentaron lo ocurrido, me sentía cornudo por partida doble.

- Hombre, está aquí la parejita, ¿No estabais de exámenes esta semana? Preguntó el hombre que iba acompañado de su esposa a la cual no nos presentó.

- Sí, pero hemos terminado hace un rato y hemos salido a celebrarlo, vaya semanita hemos tenido, contesto al hombre al cual me he sentido tan humillado.

- ¿Y tú que tal Raquel?

- Bien, cansada pero muy bien.

- A ver si nos vemos en otra ocasión pero con tu madre, y os invito para celebrar que saquéis unas buenas notas, dijo aquel intimidante hombre de mediana edad.

Mis padres son liberales, pero desde que se divorciaron, el jefe de mi madre, se había convertido en un amante habitual de ella. Un hombre alto, bien vestido y de buenos modales, pero un guarro en la cama. Le gustaba el sexo salvaje y mi madre era la amante perfecta. Una tarde después de tener sexo, durante la comida, desnudos los dos, de repente se levantó de su silla, justo enfrente de mí y teniendo a mi madre justo a su derecha, hizo que ella le chupase todo su rabo, para finalizar en el plato de ella, el cual devoró sin ningún miramiento. Entre risas y miradas hacia mí, se terminó el plato y el jefe no paraba de decir que para la siguiente comida, terminaríamos en su plato los dos hombres que estábamos con ella en la mesa, pero aquello nunca ocurrió.

- No me quito de la cabeza que me hicieras cornudo con el jefe de mi madre y con mi madre presente, comenté a Raquel dándole un beso en los labios.

- Pues sí, y te puedo asegurar que no será la última vez, folla muy bien, me dijo ella mirándome a los ojos en señal de que me decía la verdad.

- Por mi perfecto, sabes como soy, siempre quiero más y que este hombre haya venido hasta aquí para saludarnos, ¿Sabes lo que me apetece para esta noche?

- Lo sé, ¿O te crees que no sé qué antes de irnos a mi casa no íbamos a intentar hacer crecer esos maravillosos cuernos?

Así éramos los dos, ella una chica caliente que a la más mínima oportunidad que tuviese para tener sexo, aprovechaba. Y por mi parte, desde que sabía cómo era ella, una simple sonrisilla picarona, un comentario o una simple insinuación, nos provocaba para hacer nuestras fechorías sexuales.

- Quiero ir al baño para quitarme el sostén, me molestan con los pezones tan excitados como los tengo, me dijo al oído sabiendo que se estaba calentando por momentos.

- Pero no quiero que te quites el tanguita, contesto sobando sus muslos que noto calientes por segundos.

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