1. Cómo disfruté al novio de mi hija (3)


    Fecha: 06/09/2024, Categorías: Infidelidad Autor: MarianaV42, Fuente: CuentoRelatos

    ... minutos, puede que un poco más, y pude sentir esas pulsaciones con cada flexión que hacía con mi vagina alrededor de su pene. Y cuando estuvo bien palpitante, cuando su verga parecía ser un corazón dentro de mi vagina, fue que, nuevamente, Caleb me haría su objeto.
    
    -¡Perdón, Mariana!
    
    Me jaló de las pantorrillas, haciéndome caer de nalgas sobre la cama a la vez que, con una rapidez que me asustó, él se colocaba encima mío sin sacar su pene. Me abrió de piernas y, nuevamente, se dejó ir sin consideración alguna. Sus caderas arremetían con fuerza y la rapidez con la que metía y sacaba hacía que mis labios vaginales, tensos alrededor de su pene, se sintieran estirados y maltratado, mi vagina apretando con fuerza esa verga a punto de eyacular. Empecé a gritar, pero Caleb no paró y entonces lo vi tensarse encima mío, cada fibra de músculo de su cuerpo se marcó, sus ojos se pusieron en blanco y, a pesar de que yo estaba lagrimeando y un poco asustada por los estragos que me estaba haciendo en la vagina, no pude evitar gritar de alegría cuando empecé a sentir su bombeo. Instintivamente le escupí en el pecho mientras él llenaba mi vagina de su esposo esperma. Claramente no se pudo contener más, mi yerno amable desapareció durante la siguiente media hora, y su "suegra" amable y comprensiva también.
    
    -Ahora sí, cabrona -Dijo aun eyaculando- voy a llenar el hoyo del que salió mi novia.
    
    Y se fue bien fuerte sobre mi vagina, moviendo sus caderas con la misma fuerza a pesar de que recién había eyaculado. Su pene vibraba en mi interior como loco y, después de que dijera eso, yo también me di rienda suelta.
    
    -¡Dime que te cojo mejor, dilo, dime que soy mejor que tu novia!
    
    Rodeé su cuello con mis brazos y, sin separarnos, Caleb se sentó con las piernas abiertas y conmigo encima, sosteniéndome con ambos brazos en mi espalda mientras sus caderas me hacían pasar por el paraíso y el infierno a la vez, el disfrute del pecado en todo su esplendor.
    
    Caleb me miró con ojos desafiantes y burlescos y eso desató mi enojo, esta vez de verdad. Lo agarré del cuello con las dos manos y me abalancé sobre él, obligándolo a acostarse conmigo encima. Empecé a apretar con fuerza.
    
    -¡Dilo, pendejo, dime lo que tú y yo ya sabemos!
    
    Le escupí en la cara, mi saliva le cayó en la mejilla y en ese momento Caleb, con fuerza pero con cuidado, me agarró del pelo y me obligó a besarlo. Fue un beso agresivo, sin amor ni calidez alguna, pura pinche calentura. Cuando me cacheteó para separarnos, Caleb me agarró con fuerza de la mandíbula y, aún con mis manos apretando su cuello, acercó mi oreja a su boca.
    
    -¡Coges más rico que mi novia!
    
    Yo sonreí, pero él no me iba a dejar hablar.
    
    -¡Más rico que Karolina!
    
    Sus caderas se volvieron locas y su pene tenía fuertes espasmos en mi interior.
    
    -¡Coges mejor que tu pinche hija!
    
    Eso último acabó con él. Eyaculó otra vez, yo me eché completamente sobre su pene, dejando que mi pubis chocara con el suyo, mis vellos púbicos ...