1. Cómo disfruté al novio de mi hija (3)


    Fecha: 06/09/2024, Categorías: Infidelidad Autor: MarianaV42, Fuente: CuentoRelatos

    Mis palabras me terminaron matando ese día.
    
    - No, amor, tú hazme lo que quieras.
    
    Y Caleb hizo conmigo lo que quiso.
    
    Su enorme pene, erecto e intimidante como él solo, me había hecho sentir uno de los dolores más fuertes de mi vida, lo largo, lo jodidamente ancho que era, cómo podía sentir cada músculo de su miembro. Era un placer increíble, pero cómo costaba aguantar el dolor que venía con él. Pero si Karo lo aguantaba, yo no podía ser menos.
    
    Me llevé una mano a la boca y con la otra apreté fuertemente las sábanas. Caleb me había pedido ir rápido y yo le di rienda suelta, su pene de 23 cm empezó a taladrarme como si estuviera hecha de piedra, sin consideración alguna. Yo simplemente no podía rendirme. Me estaba lastimando, pero parte de ello era tan placentero que seguí soportando el entrar de su miembro en mis interiores, el impacto de sus huevos en mis nalgas, el calor de su carne tocando la mía. No iba a tardar mucho en venirme, de hecho, de mis 17 parejas sexuales que había tenido a lo largo de mi vida, Caleb era el que más me estaba haciendo sufrir, pero también el que me llevó al orgasmo con pura penetración más rápido. Para que entiendan un poco, sentía un calor exagerado en la ingle, acompañado de un dolor muy potente, pero soportable, a la vez que un cosquilleo en mi zona púbica y vaginal anunciaba mi orgasmo.
    
    Me arrepentí de no haber dicho nada cuando mencionó que mi vagina no era "chiquita y delicada", y aunque era más grande que la de mi hija, llevaba 5 años sin recibir un pene dentro, 5 años sin usarla para darle placer a un hombre.
    
    El orgasmo llegó y fue glorioso. Caleb no había sacado el pene aún y yo me quité la mano de la boca e intenté empujarlo para no eyacular.
    
    - ¡No, quítate, déjame descansar, amor, por favor! - Le grité a la vez que lo empujaba con mis brazos, pero estaba débil, su cogida me tenía así, temblorosa y batallando para pronunciar palabra entre mis sollozos.
    
    Caleb me agarró con fuerza y aceleró aún más, y, dando una última embestida en la que todo su pene se hundió en mi vagina, me hizo eyacular. Salió a presión, o así lo sentí yo, tuve que dejar de empujarlo a él y arrastrarme yo como pude para que mi eyaculación saliera libremente, pero no fue lo único que salió. Me estaba orinando encima, por suerte estaba bien hidratada, como siempre, así que era cristalina y se confundía con mis chorros de fluidos vaginales, porque qué vergüenza me hubiera dado si mi yerno se hubiera enterado... pero se enteraría en unos minutos.
    
    Caleb me veía temblorosa, acelerada, congestionada y, en general, muy débil. Se acercó a mí y yo no me moví. Qué poca mujer me sentí en ese momento, tan afectada, tan debilucha y tan inferior a mi hija... Se acercó a mí con su pene erecto, palpitando, sus testículos hinchados y rígidos, listos para soltar leche, me arrepentí al instante de haberlo sacado, claramente estaba cerca de eyacular.
    
    -Dios, ¿te lastime? -Me preguntó a la vez que echaba una mirada a mi vagina, ...
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