Un futuro prometedor - Relatos Eróticos

Un futuro prometedor

... falda, y se dio la vuelta. Su piel aún era tersa, su culo aún era firme y tenía unas bonitas piernas torneadas. Se apartó las bragas hacia un lado y se sentó sobre la polla de Simón, dejando que su peso poco a poco la hiciera entrar totalmente dentro de su coño.

Rosa soltó un gemido.

- No todos los días una puede meterse una polla grande y joven, y la tuya es las dos cosas, y mucho.

Empezó a subir y bajar, metiendo y sacando, cabalgando el pene de Simón suave y despacio, disfrutando cada centímetro que entraba. Estaba muy excitada y poco a poco empezó a aumentar el ritmo. Simón cerró los ojos, aquello se sentía bien, muy bien, demasiado bien.

Notaba con cada movimiento de Rosa el calor y la humedad de su vagina. Estaba muy lubricada y el placer crecía por momentos. Con los movimientos de su cadera estrangulaba su glande y le estaba produciendo una sensación indescriptible. Se notaba que era una mujer experimentada con los hombres. Rosa bombeó cada vez más deprisa. Simón abrió los ojos, y agarró a Rosa por sus caderas. La alejó de él y se levantó, la giró, la puso de frente al inodoro y con un movimiento de sus manos en las caderas de ella, la hizo inclinarse hacia delante dejando su coño y su culo expuestos hacia él. La penetró con fuerza. No le importó si le hacía daño. Rosa gimió muy fuerte. Él folló su coño con toda la fuerza que pudo. Sacaba la polla y la empujaba de golpe hasta el fondo, hasta sentir que los huevos le daban en la vulva de Rosa.

Lo repitió unas cuantas veces más, a Rosa le empezaban a temblar las piernas, Simón paró un momento.

- No pares o te despido ahora mismo. – Le amenazó

Así que Simón volvió a bombear con todas sus ganas y a azotar a Rosa en las nalgas.

¡PLAS!

¡PLAS!

El sonido era tan fuerte que seguramente se oía en recepción.

- Puedes correrte dentro. No me voy a quedar preñada. – Dijo Rosa entre gemidos y jadeos

La idea de correrse dentro de una mujer a pelo era algo que siempre había rondado en su cabeza, pero no lo había podido hacer nunca. La sola idea de poder hacerlo por primera vez le correrse irremediablemente.

- Pues no se hable más. Simón se dejó ir y liberó todas las contracciones que había estado reteniendo.

La corrida fue tan grande que aún no había terminado y a Rosa ya le emanaba por la entrada de su vagina y caía al suelo.

Rosa empezó a contraerse y a gritar, un tremendo orgasmo invadió su cuerpo. Simón pudo sentir todas las contracciones de su coño corriéndose con su polla dentro.

Aquello era demasiado. Se quedaron en esa posición, moviéndose levemente durante unos segundos más. Simón observó el más que decente culo de Rosa con las marcas rojas de sus manos en ambas nalgas. El agujero de su sexo dilatado, perfectamente adaptado al contorno de su pene. Lo había disfrutado mucho. Salió del chochito de Rosa. Ambos se incorporaron, se limpiaron en silencio, se colocaron la ropa. Rosa le tendió la mano a Simón.

- Bienvenido a la compañía Simón. Te espera ...