1. Un futuro prometedor


    Fecha: 26/09/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Kecca, Fuente: TodoRelatos

    ... folletos dando la bienvenida a la compañía y temas de riesgos laborales.
    
    Vamos, un paquete de bienvenida cargado de objetos con el logotipo de la garza naranja de la productora.
    
    Era un detalle simpático que además le había ayudado a relajarse, bajar el nivel de adrenalina en su cuerpo y centrar sus pensamientos en algo que no fuese el culo de Ana. El resto del día transcurrió con la relativa normalidad de un primer día de trabajo. Conoció a Berto, su redactor senior asignado, que a primera impresión le había parecido un tipo seco, parco en palabras y algo antipático en general. Se limitó a explicarle muy por encima cómo iba a interactuar con él.
    
    La jornada había terminado, pero Simón decidió esperar a que bajase la chica de recursos humanos con su tarjeta de acceso para poder evitarse al día siguiente pasar por todo el asunto de los guardias de seguridad, arcos, rayos x y detectores de metales. Daniela, que así se llamaba, prometió que se la iba a entregar a última hora si es que no se había ido ya.
    
    Daniela no bajaba. Había pasado casi media hora desde la finalización de la jornada y Simón empezaba a pensar que la muchacha se había olvidado de él, o quizá no había sido posible sacar la nueva tarjeta hoy y lo había dejado para mañana pensando que Simón se pudiera haber ido ya a casa.
    
    El personal de limpieza iba apagando las luces tras de sí, según iban limpiando estancias en la planta. Ya habían limpiado los baños y las salas de reunión, el pasillo se empezaba a ver demasiado oscuro así que decidió pasar por el baño e irse a casa a continuación. Cogió su mochila y la bolsa de tela y se dirigió hacia el negro pasillo, dobló la esquina y ¡PAM!
    
    Se encontró de bruces con Ana. Chocaron y ambos cayeron al suelo. Simón se encontró de pronto sobre Ana, en el suelo, con la cara a 3 centímetros de la suya. Se levantó como un rayo y tendió la mano a Ana para ayudarla.
    
    - Lo siento Ana, por dios, no miraba por donde iba. – Dijo Simón muy agobiado por lo que acababa de pasar.
    
    - Tranquilo, estoy bien. ¿Tú te has hecho daño? – Se preocupó ella
    
    - No, no, tranquila, estoy perfectamente. Solamente agobiado por haber podido lastimarte.
    
    - No me has hecho daño, de verdad. Hace falta mucho más para hacerme daño a mí. – Y diciendo esto esbozó una sonrisa pícara y una mirada… ¡Ay! ¡Otra vez esa mirada!
    
    - Bueno pues… ¡hasta el lunes!
    
    Simón prácticamente la dejó con la palabra en la boca y se metió en el baño cerrando la puerta tras de sí con la velocidad que lo haría alguien que está siendo perseguido por un asesino en serie.
    
    Escuchó sus tacones alejarse por el pasillo, el ascensor abrirse y luego cerrarse.
    
    Se dejó caer sentado en el inodoro. Respirando agitado, casi jadeando por la adrenalina corriendo otra vez por sus venas. Lo de esa mujer era mucho, esa mirada, esos ojos que se clavan en el alma, y ahora además conocía el tacto de su cuerpo, de sus pechos apretados contra él. Se preguntó como sería sacarlos fuera de su ...
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