Kepa y Kike - Relatos Eróticos

Kepa y Kike

... sentarse en la misma fila y en la misma butaca que el sábado pasado. Tenía el presentimiento de que Kike aparecería por allí. Y por supuesto, tenía un deseo profundo de que así fuera. Quería volver a ver a Kike. Quería hablar con él. Quería volver a tener otro encuentro sexual con quien le había descubierto que los juegos sexuales entre hombres, podían ser y de hecho hasta el momento lo habían sido tan gratificantes como los que él mantenía habitualmente con sus amigas.

Ese mismo día tenía la habitual cita quincenal con Mari Jose. La dinámica era exactamente igual a la que utilizaba en sus encuentros con Laura, solo que la cita, en lugar de ser en Iruñea, era en Lizarra y en este caso siempre se quedaba a dormir en casa de Mari Jose; si bien, de vez en cuando, trasladaban la cita a Iruñea y ella se quedaba a dormir en casa de Kepa. Su calendario de citas con sus amigas, no terminaba ahí.

Las relaciones de Kepa con las mujeres en general eran un tanto peculiares. Nunca había tenido una pareja estable emocionalmente hablando. Nunca había convivido con una mujer bajo un mismo techo de forma continuada. Tampoco le gustaban los ligues de “aquí y ahora”, pero no daba un paso por formalizar una relación de forma más o menos clásica. En ese terreno era “alternativo total”.

De hecho, tanto con Laura como con Mari Jose, su relación se acercaba ya a la decena de años. Pero, de esa manera tan peculiar. Su tercera relación (con Agurtzane), era más reciente (dos años). Agurtzane era una mujer de 50 años, separada desde hacía dos años y medio y madre de una hija y de un hijo de 22 y 20 años respectivamente, que vivían con ella en Barañain.

Laura por su parte tenía 36 años y Mari Jose tenía 40 años.

Curiosamente, cada una de las tres, eran conocedoras de las relaciones de Kepa (38 años) con las otras dos. Pero no se conocían entre sí.

La máxima de Kepa al respecto era algo así como: “si me aceptas así, hasta donde lleguemos; sino, sigamos cada cual nuestro camino”. Y la cosa, funcionaba sin mayores sobresaltos. Aunque no se conocían físicamente entre ellas, cada una de las tres, “conocía” perfectamente a las otras dos, puesto que Kepa no ahorraba explicaciones ni guardaba secretos. Al pan, pan; y al vino, vino. Claridad y buen rollo!

También le comentó a Mari Jose lo acaecido en Miarritze el sábado anterior. Y también ésta quedó inicialmente perpleja, pero, conociéndole a Kepa como le conocía y escuchándole su explicación de la manera tan serena y natural como se la contó, le creyó a pies juntillas y además, le felicitó por lo valiente que en su opinión había sido. Mari Jose aprovechó la ocasión, para comentarle a Kepa que hacía cuatro años, ella había tenido una experiencia semejante con una chica suiza con la que coincidió en un autobús durante una excursión turística en la Isla de Madeira, en sus vacaciones de verano. Nunca más supo de ella, pero el recuerdo de la noche que pasaron juntas, lo recordaba con deleite y con nostalgia. Kepa le ...