Kepa y Kike - Relatos Eróticos

Kepa y Kike

... lamer el ano de Kike para que se fuese relajando y probó a introducir el juguete en él. Entró sin problema hasta el tope, aproximadamente quince centímetros y provocó una exclamación de placer en Kike que notó como le rozaba la próstata y una excitación tremenda en Kepa que estaba alucinando con lo que veía en un primer plano morboso y excitante a más no poder.

Kike se centró en la polla de Kepa que estaba tiesa como el palo mayor de un velero, mientras disfrutaba de las suaves entradas y salidas del juguete en su culo y de los roces excitantes que provocaba en cada uno de los choques con su próstata.

Kepa seguía tocando y chupando la polla, los testículos y el perineo de Kike.

Despacio y con suavidad en unas ocasiones y con mayor ritmo e impulso en otras, fueron acercándose a lo que se presumía un orgasmo en sintonía de ambos.

Así fue: con un ritmo intenso en todos y cada uno de sus movimientos, ambos empezaron a exclamar y a gemir. Kike se corrió cuando Kepa dejó “aparcado” el juguete apretando y girando con fuerza en el fondo de su culo. Su leche regó el pecho de Kepa. Éste, con su polla erguida emitió un auténtico bramido y disparó su semen hacia la cara de Kike, quién recibió con agrado aquella lluvia de placer de un excitante y placentero sábado del mes de septiembre.

Aprovecharon la cena y la larga sobremesa para contarse numerosos aspectos de sus respectivas vidas. Apenas probaron el alcohol y regresaron al hotel bastante serenos.

Hacía calor y salieron a la terraza interior donde se tomaron a cada whisky.

Brindaron por su nueva amistad y comentaron sobre la posibilidad de mantenerla en el futuro.

Ya en la habitación Kike le planteó a Kepa su deseo de tener una relación sexual con penetración anal mutua.

Kepa le contestó que por él, que no quedase. Estaba dispuesto y muy interesado, aunque no se hacía “responsable” de cómo iba a actuar, dado que la situación le estaba excitando muy mucho, pero que a la vez estaba un tanto nervioso.

Kike trató de tranquilizarle diciéndole que para él no era la primera vez; y que si las cosas se hacían con tacto, con respeto y con suavidad, no tenía por que salir mal.

Todavía vestidos, se fundieron en un abrazo y los besos protagonizaron los momentos siguientes.

Se asearon sus partes genitales y anales; completamente desnudos, se hicieron diferentes fotografías con una cámara que había llevado Kepa. Kike, que hacía de “maestro de ceremonias”, se encargó de colocar en ambas mesillas, aceites lubricantes, dildos diversos, preservativos varios y toallitas húmedas por doquier. Todo a mano!!! Se sabía la lección de memoria.

Kepa por su parte, también sabía como manejarse en esas tareas, ya que con sus amigas practicaban sexo anal de vez en cuando de forma mutua y, evidentemente, cuando a él le tocaba ser el receptor, lo hacían con consoladores especiales. En él pesaba más la preocupación por ser penetrado por un pene humano, que por lo que una penetración anal es en sí ...