1. De Juan a Nita


    Fecha: 26/09/2019, Categorías: Gays Autor: Elalcalde, Fuente: SexoSinTabues30

    ... desplazó para ver la importancia de la grieta, otro, en el que me encontraba junto con el cocinero, su ayudante y el protegido del capitán, nos encargamos de ir preparando los botes salvavidas y el tercero se quedó encargado de seguir emitiendo llamadas de auxilio, intentar controlar el barco y buscar el lugar más cercano al que pudiéramos ir.
    
    Todo se convirtió en un maldito desastre, en una locura que terminó, sin saber muy bien cómo ni por qué, en verme en una balsa de salvamento con Pedro, que miraba desesperadamente hacia todos los lados. El barco había perdido un gran trozo y el resto que teníamos a nuestro lado había bajado hasta permitir que las olas pasasen por encima sin dificultad.
    
    Mientras, él se apresuraba en cortar la cuerda que nos unía al barco y ajustaba el ancla de capa y después se ponía a remar conmigo.
    
    Vimos cómo las olas se llevaban lo que quedaba del barco.
    
    La balsa siguió bamboleándose al ritmo del agua. Sentí un mareo enorme y Pedro me dijo que me tomase una pastilla antimareo. La encontré y me la tomé. Pero el mareo no se pasaba.
    
    Lo que sí pasó fue la noche. El amanecer nos mostró un mar ahora más en calma. Ni un solo rastro de nada. Solo agua por todas partes.
    
    Estuvimos dos días en la balsa. La mayor parte del día la pasábamos tumbados bajo la lona que nos protegía del sol, dormitando, bebiendo y comiendo de forma racionada (las normas las había puesto Pedro y yo no se las había discutido).
    
    Una mañana despertamos descansando sobre la arena de una playa.
    
    Pedro, una vez más, cogió el mando, me envió a revisar una parte de la playa mientras él se dedicaba a la otra parte.
    
    Que Pedro tenía muy claro cómo sobrevivir estaba claro. Nos hicimos con unos cuantos cocos, encontramos un pequeño río que nos facilitaba el agua, hizo una especie de red para pescar en el río (habíamos visto peces) e indicó que seguiríamos durmiendo en la balsa, separada del agua pero manteniéndola sobre la arena para que pudiera ser vista.
    
    Durante cuatro días estuve dando gracias por haberme dejado con Pedro.
    
    Pedro parecía andar todo el día con una especie de euforia a la que yo no sabía encontrar explicación.
    
    Íbamos de un lado a otro desnudos y aunque por la noche refrescaba, desnudos dormíamos. Nos levantábamos, nos lavábamos en el mar, cogíamos la red, íbamos al río, Pedro saltaba al otro lado y hacíamos unos cuantos metros arrastrando la red río arriba. De cada tres intentos, en uno de ellos conseguíamos algún pez. Si teníamos suerte, dos o tres de una tacada.
    
    Desde el primer momento noté algo en la desnudez de Pedro que me producía cierta inquietud. Tenía un pene de esos que se dibujan perfectos, largo incluso en estado flácido. Se levantaba empalmado y realmente la impresión de poderío que emanaba era tremenda. Se lavaba en el mar haciendo ostentación de su falo palpitante, casi mostrándolo al mundo.
    
    El andar desnudo parecía en él algo tan natural, su sexo bamboleándose de un muslo al otro, que me generaba ...
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