1. Mensaje equivocado


    Fecha: 01/09/2024, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... encaminó hasta el reservado más alejado de la puerta y entró, echando el cerrojo.
    
    Era el clásico baño público. Un pequeño cubículo, con paredes de paneles de madera que no llegaban ni al techo ni al suelo y una puerta que tampoco llegaba al suelo. Supuso que las hacían así para que en las películas de miedo el asesino pudiese ver si había gente o no dentro. Por suerte el inodoro era de los normales, con tapa plana, en donde pudo colocar el móvil y apoyarlo contra la pared.
    
    Puso la cámara de selfies para poder ver lo que iba a grabar y calculó en donde tenía que ponerse para que se viera bien su polla. Cuando estuvo satisfecho con el encuadre, pulsó grabación y empezó el espectáculo dedicado a su madura amante.
    
    Cuando estaba a punto de correrse, cogió el teléfono y lo puso delante de su cara. Susurrando, por si entraba alguien, dijo algo para que María lo oyese y paró de grabar. Luego lo volvió a dejar como estaba y se acercó más, poniéndose de perfil, de tal manera que cuando se corriese se grabase un primer plano de la que iba seguro a ser una copiosa corrida. Pulsó nuevamente grabación y terminó la paja.
    
    La corrida fue tan fuerte que varios chorros llegaron a la pared del baño. Cogió el teléfono y grabó como el semen bajaba por la brillante madera hasta gotear en el suelo. Luego limpió el estropicio que había creado y volvió hacia la siguiente clase. Por el camino, sonriendo, le mandó el video a María.
    
    Comenzó la clase y la profesora, que no estaba nada mal, por cierto, dibujó varios diagramas en la pizarra y comenzó con las explicaciones. Antonio le prestaba más atención el bamboleo de sus nalgas que a la aburrida lección, siempre atento a que vibrara su teléfono al recibir un whatsap de María. Pero los minutos pasaban y el whatsapp no llegaba.
    
    Habían pasado ya más de 15 minutos desde que había mandado el video cuando por fin sintió la vibración. Sacó el teléfono y comprobó, con agrado, que era al fin un mensaje de María. Pero al leerlo, se extrañó.
    
    -¿Qué pasa cabrito? ¿Dónde está mi video? Me tienes ardiendo - había escrito la mujer.
    
    -Coño, pero si te lo mandé hace rato.
    
    -Pues no me ha llegado nada. A saber a quién se lo mandarías, capullo.
    
    Antonio sintió un escalofrío. Efectivamente no estaba el vídeo en el chat de María. Pero recordaba perfectamente haberlo enviado, como caminaba la ruedita y al final la rayita de enviado. Cerró, angustiado el chat de María y vio que justo debajo estaba el chat de su madre.
    
    "No puede ser, dios mío... no puede ser..." pensó. Temblando abrió el chat y sus temores se confirmaron. Había enviado el video, sin querer, a su madre. Se quedó petrificado, sin saber qué hacer. Su cabeza daba vueltas buscando una solución.
    
    "Tranquilo, Antonio. Tranquilo. Quizás aún no la haya abierto" se dijo. Pero al ver las dos rayitas azules al lado del icono del video, supo que no solo sí le había llegado sino que además lo había abierto.
    
    "Bórralo, bórralo, estúpido", se dijo a sí mismo. Pero ...
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