1. Fantasías de una mujer madura// cap. 4


    Fecha: 29/08/2024, Categorías: Incesto Autor: JOS LIRA, Fuente: TodoRelatos

    ... tiempo de quitártelas y preferir romperlas a la altura de tu chocho, ¿verdad?
    
    —Sólo… cállate… Gael… ¡y haz lo que tienes que hacer! —exclamo, limpiándome las lágrimas.
    
    —Uf, joder, ¿te han dicho lo trompuda que estás de ahí abajo?
    
    —¿Qué?
    
    —Que los tienes hinchadísimos, tía, los labios de tu vagina.
    
    —¡Por Dios, Gael, sólo sácamelas y ya!
    
    No lo estoy viendo, pero estoy sintiendo cómo su cabeza cada vez se acerca más y más a mi sexo. Sus manos frotan mis piernas, y conforme él más me abre de piernas, el sonido de mis pantimedias rasgándose me humillan a un más.
    
    —Madre mía, tía, qué fuerte hueles. Pero no es un olor que repugne, sino de los que… ufff, de los que excitan, los que calientan. Es un olor muy fuerte a hembra en su punto.
    
    Y yo no puedo continuar con esta humillación. Ha sido suficiente. Por eso me incorporo, con mis manos tiro a Gael hacia atrás y cierro las piernas por instintito. Quiero largarme de allí, pero justo cuando me incorporo, Gael se vuelve a poner de rodillas, me rodea de las caderas y me tira violentamente sobre su cama, volviéndose a posicionar entre mis piernas.
    
    Y yo me quedo helada por la violencia que ha ejercido sobre mí, mientras me vocifera:
    
    —¡Te quedas quietita, tía Roxana! ¿Entendiste? Quietita…
    
    —¡Ya… basta… Gaeeeel… ya basta de esta locuraaa!
    
    —Shhhh…
    
    Sus manos vuelven a frotarme las piernas, y aunque no quiero sentirlo, siento largas oleadas de escalofríos atacándome la espalda. Percibo esa incómoda sensación de su cabeza aproximándose a mis genitales y yo vuelto a temblar. Encima su aliento golpea mi pubis, mi sexo, todo mi centro.
    
    —Carajo con tus pelos, tía… me excitan.
    
    —¡Hoh, Dios! —lloriqueo, entre miedos y escalofríos.
    
    Por higiene y estética yo siempre me he recortado mi vello púbico y vaginal, pero nunca completamente, así que ahora esa vellosidad oscura y rizada adorna mis genitales con total impudicia. Y mi sobrino la está contemplando.
    
    Sus manos vuelven a frotar mis piernas sobre mis pantimedias. Las separa un poco más y él entra otro tanto. De pronto doy un respingo, cuando me ha dado la impresión de que me ha tocado con su nariz.
    
    —Joder, tía, apestas a golfa.
    
    —¡Hijo de…!
    
    —Shhhh…
    
    ¡Maldita sea! Estoy temblando de rabia… de vejación, de vergüenza, de rabia… de excitación…
    
    La cabeza me quiere reventar. El corazón me late desbocado. Me estoy muriendo de la maldita vergüenza. ¿Cómo puedo estar expuesto de esta manera tan sucia y obscena delante de mi sobrino, que parece muy interesado observando todo cuando puede? Olfateándome como un perro.
    
    —Para estar tan enfadada, tía, luces muy mojada.
    
    —¡SÁCAME LAS PUTAS BRAGAS YAAAA! —grito.
    
    —Ahora voy, tía, ahora voy.
    
    De pronto siento cómo emplea todas sus fuerzas para levantarme las piernas.
    
    —¿Qué mierdas haces, Gael?
    
    —Preparándote para hacer que puedas parir tus braguitas sin dolor.
    
    —¡Gael, carajo!
    
    Estoy horrorizada cuando siento cómo mi sobrino pone mis piernas en sus hombros. Me ...
«12...567...»