Como vos mandes... Pablo 1 - Relatos Eróticos

Como vos mandes... Pablo 1

Me presentaré por si no me conocen. Soy un hombre de cincuenta y ocho años, uno setenta y cinco de estatura, fornido y con barriguita. Creo que aún se tratar a una mujer, dentro y fuera de la cama.

Había quedado con una autora de relatos, a los dos nos calentaban los relatos del otro y habíamos coincidido en la redacción de algunos. Pero no nos conocíamos de nada más, ni siquiera habíamos hablado por correo. Solamente por los comentarios a los relatos.

Salí de mi casa pronto sobre las siete, había de estar en Madrid sobre las diez. Conduje sin prisa hasta el parking del hotel Eurostars, que era donde habíamos quedado. Dejé mi coche aparcado y subí a recepción.

- Buenos días Pablo...........

- Encantada señor….

- Tengo una habitación reservada.

- Si su mujer ya llegó, le espera en la cafetería.

- Muchas gracias, ¿puedo dejar esto por aquí?

- Si, déjeme la maleta, yo sé la custodio.

Me acerqué a la cafetería, ahí estaba ella, era fácil de reconocer. De piel aceitunada, como si estuviera morena. No muy alta y con ese par de tetas que me tenía loco. Sentada en el sofá principal como una reina, miraba curiosa la cafetería.

Buenos días, ¿Mariel?

Un gesto de su cabeza me deja saber que así es. La devoró con la mirada, me excita pensar que obedeciendo mis ordenes está desnuda bajo la ropa. Me mira de arriba abajo y parece que no le disgusta lo que ve.

Póngame lo mismo que toma la señora por favor.

Realmente eres preciosa gatita. ¿crees que serás feliz estos tres días?

¿Tú tienes alguna duda?

Ninguna.

Entonces seré feliz.

Saber que la tendría a mi entera disposición durante esos días, hizo que mi polla se pusiese dura. Sería mi esposa sumisa sumisa. Yo habría de tratarla como la puta que era, sin extralimitarme. Tenía miedo de mi cinturón y así me lo hizo saber.

Tranquila todo será tratado, no tengas miedo, sabre tenerte calentita.

Esos ojos de gata y esos pezones a punto de rasgar la blusa me tenían a cien. Creo que al camarero también, pues tardaba algo más de lo necesario en servir.

Mientras charlábamos, terminamos el cóctel. Los dos estábamos locos por subir a la habitación.

- ¿Si te apetece cargamos esto a la habitación y subimos a instalarnos?

- Por mi perfecto.

Recojo la nota y la firmó. Me acerco a ella y sujetando su cadera le beso en la cara, cerca de sus labios, como una pareja normal. Nos acercamos al ascensor y lo tomamos. Nuestra habitación está en el noveno piso. Cojo a Mariela por la cintura y la acercó a mí.

- Gatita, esta será una de las mejores aventuras de tu vida.

Su calor me excita, sus ojos denotan su excitación. Yo estoy como loco por follarla, pero he de retener mis impulsos. Entramos en la habitación, es amplia y tiene de todo. Un amplio ventanal mira a la castellana. Doy un leve paseo por la habitación. Empieza el juego.

- Desnúdate.

Me mantengo firme de pie ante ella, mientras veo como lentamente va contoneando su cuerpo ante mí. Suelta su falda ...