Entregándome Al Pasado 5 - Relatos Eróticos

Entregándome Al Pasado 5

... casada con un imbécil impotente que no era competencia para él. Y me dijo que hiciera el juego de que estaba buscando trabajo, que ya él me había cuadrado una entrevista para formalizar mi contratación en su empresa, para dentro de dos semanas. Y así hice, tal cual fingí que buscaba trabajo. Algunos días salía a la calle con la excusa de que iba a alguna entrevista, cuando realmente lo que hacía era cumplir alguna orden que Samir me daba, ya que para esos días si bien no me permitió ir a verlo, me ordenaba alguna que otra cosa como hacer un topless en el cine y mandarle una foto, o masturbarme en algún baño público en videollamada con él (claro sin permitirme acabar), cosas que yo hacía llena de morbo y ganas. Esta situación me estaba gustando bastante, si hace años me hubieran dicho que estaría mostrando las tetas en el cine o en la vía pública, o que me estaría masturbando en un baño público, todo esto por orden de Samir me habría muerto de la risa.

Ahorita, me moría por obedecerle. Y más aún porque me moría de ganas de un orgasmo, de los que él ahora era dueño.

Pasaron los días y por fin, llegó el momento de la entrevista. Para ir a esta, me ordenó ir vestida como ejecutiva, pero sexy, así que opté por ir con una minifalda gris bastante ceñida a mi figura, tanto, que a cada rato tenía que bajármela porque la misma se me arremangaba hasta las caderas con mi caminar. No es que cubriera mucho al bajármela, ya que me llegaba dos o tres dedos más arriba de la mitad de mis muslos, pero cuando se me subía, dejaba medio culo al aire, y por supuesto mi bollito hambriento y húmedo. Me puse una blusa negra manga larga semitransparente también bastante ceñida, y debajo de ella, un mini top negro para MEDIO cubrir mis tetas, ya que el mismo era un simple trozo de tela elástica de 4 o 5 dedos de ancho que las apretujaba contra mi cuerpo, sin tiras para mis hombros ni nada. Para terminar, un par de sandalias stiletto negras de tirillas que dejaban ver casi al completo mis pies, con un tacón de aguja de 15 centímetros. Me peiné para la ocasión y me maquillé de forma sugerente, cosa que Samir también me había ordenado.

El camino a las oficinas de su empresa se resumió a una eterna lucha con la minifalda para que se mantuviera en su sitio, mientras hombres y mujeres no me quitaban la mirada de encima. La de ellos, con deseo, las de ellas con envidia y desaprobación, aunque si pude notar alguna que otra que también me veía con ganas de devorarme. Más de un silbido y algún piropo vulgar me fue dedicado, y no se bien por qué, pero en lugar de ofenderme, me hacían sentir halagada y agradecida, contenta de saber que elegí buena ropa para acudir a la cita como Samir me había ordenado.

Una vez llegué a la oficina, pude notar como muchas chicas estaban vestidas también con ropa sugerente y subida de tono, muy a mi estilo. Otras, en cambio, iban vestidas más formales, pero las demás hacían imposible que ese detalle escapara.

Para hacer el cuento largo ...