1. Mi odiosa hermanastra II (3)


    Fecha: 15/08/2024, Categorías: Incesto Autor: Gabriel B, Fuente: TodoRelatos

    ... empujón. Caí hacia adelante, sumergiéndome en el agua. Mi cuerpo quedó en horizontal, mis piernas flotaron. Entonces ella aprovechó para despojarme del traje de baño.
    
    Saqué mi cabeza del agua todo lo rápido que pude. Tosí y escupí agua, ya que me había sumergido con mucha brusquedad. Vi, con la vista borrosa, cómo Samara se dirigía hacia el mismo extremo por donde había salido su madre.
    
    —¡Pendeja boluda! —exclamé.
    
    Fui tras ella. Samara pegó un grito. Y entonces la hija de mil putas hizo un bollo con mi traje de baño y lo tiró fuera de la pileta, todo lo lejos que pudo.
    
    Lo que tardó en hacer eso fue suficiente para que me acercara bastante a ella. Trató de escaparse, y estuvo a punto de hacerlo. Pero cuando salía de la pileta la agarré del tobillo, y de un violento tirón, la metí en la pileta de nuevo.
    
    No le di tiempo. Cuando sacó la cabeza del agua la abracé por detrás. Y llevé una mano a su traje de baño, para bajárselo. Pero al hacerlo me di cuenta de algo terrible. Mi verga desnuda se apoyó en su trasero. Le había bajado la bikini unos centímetros, por lo que no solo sentía sus tersas nalgas en el forcejeo, sino que mi tronco se frotó por la raya de su orto, en un gesto sumamente sexual. Sentí que la cosa se estaba yendo a la mierda.
    
    —¡La tenés dura! —dijo ella, casi gritando—. ¡Me querés violar! Soltame o grito como una loca —dijo después.
    
    Pensé en la imagen que estaba dando. Yo, completamente desnudo, abrazando por detrás a mi hermanastra, inmovilizándola por la fuerza, frotando mi verga en su enorme culo. Si alguien aparecía, quedaría muy mal parado, por más que ella hubiera empezado con ese juego.
    
    —Te suelto, pero más vale que me traigas el traje de baño —le susurré, con voz amenazante.
    
    —Okey, pero retirá tu verga de mi trasero, por favor.
    
    La solté y me alejé de ella. No la tenía dura. Eso era una mentira. Pero mi verga estaba lo suficientemente hinchada como para que se diera cuenta de mi excitación. Samara se mostró seria mientras salía de la pileta, seguramente para que yo creyera que iba a cumplir con su palabra. Pero una vez que estuvo fuera del alcance de mis manos, esbozó una sonrisa odiosa, y se metió corriendo en la casa.
    
    —¡Pendeja forra! —grité.
    
    Ahora dejó de importarme si me escuchaba alguien. Es más, quería que me oyera papá o Amalia para pedirles que me acercaran el traje de baño. Pero por lo visto no habían oído. ¿Debía gritar más fuerte? Toda esa situación de mierda me estaba colmando la paciencia. Me quedé nadando desnudo unos minutos, esperando, en vano, que la pendeja de Samara volviera. Vi que todas las luces de la casa estaban apagadas. Por lo visto se habían ido a dormir todos, pues ya era tarde. “Son solo unos segundos”, me dije.
    
    Miré hacia la entrada de la casa. No parecía haber nadie. Salí de la pileta, sin pensarlo, pues mi personalidad vergonzosa podría haber hecho que me quedara ahí por horas. Me dispuse a ir corriendo hasta donde estaba mi prenda. Pero en ese mismo instante ...
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