1. Mi odiosa hermanastra II (3)


    Fecha: 15/08/2024, Categorías: Incesto Autor: Gabriel B, Fuente: TodoRelatos

    Capítulo 3
    
    Amalia se había puesto un traje de baño verde. Sus grandes tetas flotaban deliciosamente por encima del nivel del agua. Tenía el cabello rubio empapado, y la cara llena de gotitas. Samara apareció con un bikini fucsia. El trecho entre la puerta trasera y la pileta estaba oscuro, así que de repente fue solo una silueta. Una sinuosa silueta de la que solo podía ver el sensual traje de baño que se había puesto.
    
    Sentí que mi verga daba un salto debajo del agua. Se suponía que papá también iba a meterse a la pileta, pero se había enzarzado en una de sus larguísimas conversaciones telefónicas. Amalia miraba hacia la casa, cada tanto, tratando de ocultar su molestia. Me compadecía de ella. El único amor de papá era su trabajo. Además, tenía un amante insaciable: el dinero, por el que siempre iba detrás, y del que nunca parecía tener suficiente. Mi pobre exprofesora no lo sabía, pero estaba condenada a un tercer lugar. Aunque, he de reconocer que me parecía demasiado pronto para que papá empezara a mostrar sus defectos.
    
    Samara se tiró de un chapuzón. Durante el instante en que estuvo en el aire pude ver su hermoso orto, ese que había intentado ignorar. Luego un montón de agua me salpicó. Claramente, lo había hecho a propósito.
    
    —Samara, no seas infantil —la reprendió su madre.
    
    —Pero si fue sin querer —dijo ella, haciéndose la tonta, como siempre.
    
    Abril no había vuelto de hacer ese trabajo que había mencionado. Aurora pasaba mucho tiempo con su pareja, según me enteré en esa misma cena, y por eso aún no había tenido “el placer” de verla. Eso podía ser cierto, pero no me cabían dudas de que había algo más detrás de la persistente ausencia de la hermanastra mayor.
    
    —Bueno. Los dejo —dijo Amalia.
    
    Se había metido a la pileta antes que yo. Luego me invitó a meterme. Había sido como el llamado de una sirena. Me fue imposible negarme, a pesar de que sabía que me iba a resultar incomodo verla con tan poca ropa. Ahora sentí algo de pena, pues había compartido apenas algunos minutos con ella. Pero supuse que era mejor. Últimamente mi cuerpo estaba muy sensible, y no quería tener una erección mientras estaba con ella.
    
    Salió de la pileta, dándose impulso con los brazos. Pero cuando lo hizo, una de sus manos resbaló y se hundió en el agua.
    
    —¿Estás bien? —le pregunté, acercándome a ella.
    
    —Sí, no es nada. Es que ya no estoy en forma. Cosas de la vejez —comentó, apoyando su mano nuevamente en el borde de la pileta.
    
    Me sentí tentado de decirle que no fuera tonta, que aún era muy joven. Pero no me animé, y tampoco estaba seguro de que fuera acertado decir algo así, ya que se parecía mucho a un halago que se la hacía a una mujer por la que siente atracción sexual.
    
    La pequeña escalera para salirse de la pileta con comodidad estaba en el otro extremo, en lugar de estar en el extremo más cercano a la casa. Mi madrastra se empecinó en salir de la misma manera, pero sus brazos no parecían tener la fuerza necesaria. Una de sus manos ...
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