1. Los 7 pecados capitales: 6. Envidia


    Fecha: 14/08/2024, Categorías: Incesto Autor: privado, Fuente: SexoSinTabues30

    ... adentró en su cavidad bucal, estremecido por la calidez y la humedad de la caricia materna. Por un segundo, el muchacho se sintió invadido por el sentimiento de satisfacción del macho vencedor. Pensó en su padre y deseó que estuviera allí, observando, rumiando su propia derrota, sin embargo, la ruidosa succión de su madre lo atrajo nuevamente al placer de los sentidos.
    
    Cuando Edu sintió que se acercaba al orgasmo, retiró el pene de la boca de su madre y ágilmente le sacó los calzones para dedicarse a recuperar el tiempo en que no había podido reapropiarse de esa concha maravillosa; el choro caliente y jugoso de la madre. Edu abrió las piernas de su mujer y le besó la hendidura con devoción para luego penetrarla con la lengua primero y con los dedos después. Tomó el clítoris entre sus labios y lo estiró causando un estremecimiento en la mujer que lo había parido y nuevamente la imagen de su padre vencido y humillado se cruzó por su mente. Luego la penetró.
    
    Hundió su verga en la concha como quien hunde un cuchillo en mantequilla; un guante de cálida seda le envolvió el pico y volvió a sentir el gusto de metérselo a su madre hasta los cocos haciéndola suya una vez más. El frenético movimiento hacía crujir la cama en una sinfonía acompañada de gemidos y agitada respiración. Cuando Edu sintió que se acercaba a la conocida sensación de inminencia previa al estallido final, se aferró a las tetas de su madre y en el mismo instante en que ella se estremecía con el orgasmo, él descargó su simiente en la concha ardiente y voraz.
    
    Por un rato, madre e hijo permanecieron así, unidos en un abrazo de hombre y mujer. Maravillados por los estímulos post-orgásmicos en que cada roce del pecho del muchacho en los pezones de la mujer le provocaban a esta última un tardío cosquilleo y cada palpitación de la entrepierna de Susana provocaban un singular hormigueo en el falo del hijo aún incrustado en la cueva húmeda y satisfecha.
    
    Edu la desmontó y se tiró a un lado. Ambos quedaron mirando el techo hasta quedarse dormidos uno al lado del otro.
    
    El día siguiente fue un día extraño para Edu. Había pasado una noche maravillosa con su madre, la había culeado en la noche y temprano en la mañana, sin embargo, había algo que le molestaba y no sabía qué. Llevaba tiempo soñando con que su padre se alejara de ellos, y nunca le importó siquiera el posible motivo, no obstante, no estaba conforme con la suerte de Eduardo. ¿Sería verdad que había participado en un asalto como se le acusaba?
    
    Susana también tenía sentimientos contradictorios, desde el regreso de su esposo, este había dado muestras de querer hacer las cosas de forma diferente. La noticia de que había sido aprehendido nuevamente causó estragos en sus sueños y su ánimo. Quería creer que esta vez él sí había cambiado, pero también pensaba en su hijo y en el infinito placer que le prodigaba y que en presencia de Eduardo le estaba negado. ¿Por qué tenía que elegir entre uno y otro? Su desazón ...
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