1. La rebelde 5


    Fecha: 10/08/2024, Categorías: Dominación / BDSM Autor: sufridor, Fuente: TodoRelatos

    ... hizo dándome más golpes mientras decía que, en mi cartera, no estaba ni mi carné de identidad ni el de conducir, solté la toalla y me dirigí hacia ella hecho una furia, ¡cómo se permitía revisar mi cartera!, le grité, y me contestó con el bofetón más fuerte que jamás había recibido, hasta entonces; caí al suelo, estaba mareado y tenía los ojos llorosos; ella tranquila, casi sin hablar se sentó sobre mi cuerpo, retorció mis brazos hasta colocarlos como quería y, mientras lo hacía, comentó que había cruzado una línea roja; a ella no se le podía gritar, podía quejarme, regañar, pero nunca más le debía gritar, a menos que quiera ser machacado y anunció, en tono solemne: “hoy es viernes, vas a permanecer en esta casa, prisionero, hasta el lunes por la mañana, que te dejaré salir para que vayas al trabajo, de momento te voy a dar una buena paliza para bajarte los humos, porque la estás necesitando”.
    
    No mintió, estaba machacando; yo había pensado no quejarme, pero la máquina de golpear no paraba, y además sabía cómo tenía que funcionar; me había dado bofetadas en la cara, esas no demasiado fuertes; puñetazos en los brazos y las piernas, esos bastante fuertes; me había asfixiado de muchas maneras, divertidas para ella, sobre todo con mi cuello entre sus muslos, hasta dejarme casi sin sentido; por suerte sabía frenar a tiempo, y no me mataba por asfixia, de todas formas tenía que conseguir que parase, así que me puse a llorar con el más profundo desconsuelo; eso otras veces ya había sido útil con mi vencedora, al verlo paró el castigo; pero la cosa no había terminado, me ato las manos a la espalda, preguntó si quería mear o beber agua para reponer las pérdidas del lloriqueo de hombre blando, le dije que beber un poco de agua. En realidad, solo quería que parara el castigo durante un rato, pero fue muy corto pues, enseguida, me puso sobre sus muslos, se quitó una zapatilla y empezó a pegarme, con ella, azotes en el culo.
    
    Nunca pensé que una zapatilla pudiera hacer tanto daño, menos todavía una que era tan vieja como esa; al principio parecía que fuera poca cosa, pero a medida que iban cayendo los golpes, me iban afectando más, hasta que, desesperado, empecé a suplicarle que parase. Ella me agarró por el cuello y, mientras se reía muy divertida, me preguntó si sabía cuál era mi sitio y contestó ella misma: ‘no hay ninguna posibilidad de rebelión, tu sitio es el del esclavo, eres mi esclavo’. A continuación, señaló que lo que me estaba pasando a mí, ese día, era parte de lo que le había hecho, a ella, su tía, el primer día en Alicante; pero todavía no he acabado contigo, aseguró, falta la otra parte. Llegué a casa de mi tía un viernes al mediodía, siguió diciendo, y me liberó de las ataduras el lunes para que fuera a trabajar en el gimnasio.
    
    Bueno, comentó, mi tía me obligó a chuparle el coño, después de la paliza inicial, así que ya sabes lo que te espera y lo que espero; le pedí que me soltara las manos, lo hizo, pero primero me ató los pies por ...
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