1. La rebelde 5


    Fecha: 10/08/2024, Categorías: Dominación / BDSM Autor: sufridor, Fuente: TodoRelatos

    Después de que me despidiera de Rosa, en la Estación de Autobuses, volví a mi casa tranquilo; estuve dos días sin ir a ver a Sandra, pese a que me envió varios mensajes, los últimos incendiarios, no se los contesté. En el último, antes de que volviera a visitarla, ya más moderada, me decía que se nos acababan los días de tener el piso para nosotros dos solos, que tenía que ir ya y también teníamos que pensar dónde vernos, a partir de que volvieran sus padres. Al ver que ya no estaba tan enfadada, incluso lo que decía era lógico, decidí contestar, pero no por escrito; la llamé por teléfono y me pidió que fuera a verla ya, le pregunté que quería que llevase para comer, contestó que un par de bocadillos calientes estaría bien, añadió que no olvidara las cervezas.
    
    Lo que más miedo me daba es que solo pensaba en la tía de Alicante, en sus brazos de acero, en sus muslos poderosos, en todo su cuerpo compacto, tónico, en sus besos, sus pechos y esos labios tan dignos de ser besados; esa era una razón más para no haber ido, a casa de mi alumna, antes, podía escapárseme un ‘Rosa te quiero’ y no sé cómo podía sentarle a la sobrina; lo mejor sería que hablase poco.
    
    Abrió la puerta con una gran sonrisa, me agarró una oreja y llevó a la cocina sin soltar, mientras me decía, ‘ya era hora de que vinieras, sinvergüenza; yo también tengo necesidades y me tienes abandonada’. Parecía la queja sentida de una mujer maltratada, con el látigo de la indiferencia, pero no; había algo más y lo percibí al momento, algo que tenía que ver con el agarre de la oreja del que era imposible soltarse, al menos para mí. De inmediato siguió preguntando, ¿te hizo gracia ver como mi tía abusaba de mí? ¡Hay que ver como babeabas!, ¿te gusta más ella que yo?, pues que te quede claro que tiene un año más que tú, no entendí por qué razón decía eso, pues yo tengo trece años más que ella; después de haber soltado esas palabras comentó, creo que te voy a hacer todo lo que ella me hizo a mí, e inmediatamente después añadió:
    
    ―Vamos a comer ahora mismo, antes de que se nos enfríen nuestros bocadillos, ¡sólo faltaba eso!, y después te arreglaré las cuentas; yo, que estaba algo asustado, pensé que había hecho mal al ir, solo le dije que recordara que iba a contarme cosas de Alicante; pero me había soltado la oreja, o lo que quedase de ella, y me había concedido que me sentara a la mesa, en la que ya había una ensalada, la jarra de agua y los platos, vasos y cubiertos, que íbamos a usar con nuestra ensalada. Me mandó, eso sí, que me quitara los pantalones y la camisa; así lo hice y ella también se desnudó, ambos quedamos en ropa interior.
    
    Acabamos de comer y, muy original, cogió la vara de olivo y me mandó limpiar lo que habíamos manchado, me dio tres o cuatro varazos que me dolieron un montón y, de pronto, cayó sobre mi sacudiéndome a base de bien; yo ya había terminado de fregar y me separé de ella preguntando qué pasaba, hui hacía el baño para secarme las manos, ella me siguió, lo ...
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