1. Amistad: una relación sadomasoquista


    Fecha: 09/08/2024, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Pero… una noche sintió el carro de su marido entrando en el estacionamiento de su casa… abrió los ojos desmesuradamente para indicarle con esta seña que prestara atención, pues algo pasaba…
    
    No podía gritar, hablar o moverse… la mantenía amordazada y amarrada con unos mecates de sisal de cada muñeca y de cada tobillo a cada una de las patas de la cama.
    
    Estaba como una estrella de mar abierta y con un pañuelo le había clausurado la boca para ahogar sus gritos y quejas.
    
    Ya iba a comenzar con sus ociosidades cuando se dio cuenta, por los desesperados gestos de su víctima, que ella había escuchado algo que le indicaba que su marido había llegado… le pedía que la soltara.
    
    Trató de desatarla.
    
    Los nudos estaban fuertemente aferrados y el sisal es difícil para desenredar. La había atado con fuerza y no era tarea fácil deshacer los lazos. No había tiempo. Decidió dejarlo así. Que se quedara amarrada. Huiría.
    
    Antes de hacerlo, se montó encima de su cuerpo desnudo, le colocó su sexo cerca de su boca para que lo oliera...y le dijo cerca del oído amenazante: -cuidadito con lo que dices… Inventa algo bueno ¡Cuidado, perra!
    
    Sin más, le dio un mordisco en los labios y una sonora cachetada que le volteó la cara y le hizo brotar las lágrimas por el ardor que le produjo el golpe muy cerca del ojo.
    
    Arrancó a correr cual gacela perseguida, trepó la pared del patio trasero y se refugió en su vecina casa. Ella quedó allí: desnuda, amarrada y amordazada.
    
    Él fue quién la desató.
    
    -Ana… esos juegos de ustedes parecen vainas de lesbianas… ella parece sádica y tú una masoquista…
    
    Ella ya se había sentado sobre el colchón sobándose los lugares donde las cuerdas la habían dañado:
    
    - ¡yo no soy ninguna lesbiana! Gritó… ni sádica ni masoquista… ¡no jombre!... -se levantó y comenzó a recoger su ropa regada- ¡es esa loca del coño, con sus juegos tan pesados!
    
    -¡coño! No te juntes más con ella, no dejes que te visite más… le dijo él mientras la ayudaba a recoger su ropa y arreglar el desorden.
    
    -¡coño, Alejandro…! Se salta la tapia y me sorprende… es más fuerte que yo… ella no es mala ¡es una pasada!... tú sabes que es como mi hermana, somos vecinas desde que nacimos… ella, antes, no tenía la maña de esos juegos… eso es ahora… son juegos pesados pero inofensivos… no sé qué hacer a veces…
    
    Le daba explicaciones que ya él conocía de memoria, sin mirarlo y manteniéndose desnuda para tratar de que él desviara sus pensamientos hacia otra área…
    
    -bueno, Ana, resuelve tú… es tu problema… te puede hacer daño… te puede traer complicaciones… habla con ella… ¿qué hay de comer?
    
    -¿Qué va a haber, pues, no estás viendo?... que me dejó amarrada allí hace como una hora… hasta me quedé dormida… antes de irse, me dijo muerta de la risa que ya regresaba y me dejó allí… dormí hasta que el ruido del carro me despertó… ¡qué vaina!... así que comida: na nai, na nai, mi amor.
    
    Ana lo miraba de reojo a ver si notaba en su expresión alguna señal de incredulidad: ...
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