Keya La granja de Silvia. Cap.17 - Relatos Eróticos

Keya La granja de Silvia. Cap.17

... potranquita…esta parte es un poco más difícil, te tengo que medir cuando dilatás, así que nos vamos a tomar el tiempo que sea necesario, yo abro vos te relajás, cuando llegamos al tope, te dejo un rato y después vuelvo a abrir, eso hasta que ya no de más. No quiero gritos, ni lamentos ni mucho menos indicaciones. Acá la que maniobra soy yo, y se lo que hago. Así de simple ¿Estamos?

- Si señora – fue todo lo que pudo articular Keya ante el terminante anuncio.

Silvia la miro seria…

- No sé cómo será en Mar de Ajo, pero en este lugar las yeguas no hablan. Eso es bueno que lo tengas claro cuanto antes. Esta vez va de palabra, la próxima va la picana de ganado. Mirala, parece inofensiva, pero un toque de esta y no hablas más por días, te lo aseguro – dijo Silvia mostrándole una vara de plástico con dos terminales de cobre en la punta, capaz de dar descargas de 4000 voltios.

Keya cerró sus ojitos y comenzó a sollozar. Esto era demasiado para ella, si bien hasta ahora no había sufrido ningún castigo, todo la asustaba mucho.

- Shhhhh tranquila… no te asustes… acá no comemos a nadie… esto te va a doler un poquito pero tengo que saber cuánto abrís, así evitamos accidentes. Tranquilita que yo sé lo que hago.

Silvia envaselinó el especulo y lo introdujo con cuidado en la concha de la yegua, que se tensó un poquito por el frio del metal, pero su cuerpo enseguida nivelo las temperaturas. Luego de eso, la experta empezó a abrir el aparato hasta que el tornillo empezó a ponerse más duro, y la yegua empezaba a tensarse.

- Shhhh tranquilita… ahora vamos a dejarlo un rato ahí… tenés mucha dilatación… parece que tu dueño estuvo bastante ahí ¿No?- Dijo Silvia divertida

Keya respiraba profundamente y trataba de asimilar la tensión de su concha, que era mucha, pero de a poco, con las caricias de Silvia, y el paso del tiempo, comenzaba a aceptarlo mejor.

Luego de un tiempo, Silvia comenzó de nuevo a girar el tornillo y el aparato volvió a reclamar la tensión de Keya, quien esta ves dejo escapar un gruñido.

- Mira vos a la potranquita como abrió. Casi parece que puede con un pony. Y parecía tan cerradita al principio.

Silvia no dejaba de acariciarle el lomo a la yegua, y cada tanto le toqueteaba un poco el clítoris, para que mezcle un poco de placer con el dolor de esa apertura.

- gggggrrrrrmm… ahhhhhh…. Grmmmmmmm… aaaayyyyy…aaaahhhhh… aaaahhhhh… aaaahhhhh…

Keya, sin animarse a hablar, suspiraba audiblemente tratando de extender ese contacto. Era la había vez que una mujer la tocaba, luego de las perras de Jacinto, pero parecía que Silvia también sabía como estimularla, así que se abandonó a ese dedo invasor, que la acariciaba insistentemente, y se entregó a esa mujer tan dominante.

Silvia sentía como la potranquita se entregaba, y luego de tomar la medida correspondiente, decidió dejar de abrirla y aflojando un poco el tornillo, ya que no quería que se lastime al orgasmar, se dispuso a tomarla.

Así mi potranquita… ahora te ...