Karina: reunión familiar (6) - Relatos Eróticos

Karina: reunión familiar (6)

... hiciera, pero dejándome llevar por su suavidad, para luego atraerla hacia mí y convertir aquel juego de labios en una batalla de lenguas tan intensa, que hizo que Silvia desistiera en su intento por marcharse de ahí, pues no tardó en hacerme recostar sobre la arena y comenzar a tocar todo mi cuerpo.

Sentir sus labios recorriendo la piel de mi cuello mientras sus manos me despojaban de la poca ropa que llevaba; me llevó a tocar el cielo con la punta de mis dedos, sintiendo el estremecimiento de un placer hasta entonces desconocido.

Era la primera vez que una mujer me tocaba, la primera ocasión en que sentía el deseo desesperado de sentir a una mujer en contacto con mi cuerpo y llevarme al éxtasis con el poder de sus labios.

Silvia enterró su cara entre mis piernas, metiendo sus dedos en una vagina que estaba empapada; besó mi clítoris y con ello me despojó de toda inhibición, llevándome a expresar el profundo placer que sentía con gritos y gemidos que llamaron la atención de Fernando, haciendo que se quedara parado a la orilla del mar, incrédulo, admirando la forma en que su madre me comía la entrepierna, mientras nuestras miradas se encontraban en la distancia.

Una sonrisa se dibujó en nuestros rostros antes de que el chico comenzara a caminar hacia nosotras, mientras experimentaba el calor de la lengua de Silvia y la manera en que sus dedos se metían en mi vagina, robándome el aliento, haciéndome suspirar de placer mientras mis nervios alcanzaban el máximo soportable cuando Fernando llegó a nosotras, mostrando una impresionante erección, colocándose detrás de su mamá y llevando su boca al lugar de donde salió al mundo.

Sentir los gemidos de Silvia ahogándose en mis labios, fue una sensación delirante, algo tan intenso que me llevó al orgasmo en muy poco tiempo, provocando que mi cuerpo se contorsionara y que mis manos se enterraran en al arena mientras mis caderas se sacudían con desesperación.

Silvia se retiró de mi entrepierna y se apartó a un lado, dejando a su hijo el paso libre para hacer lo que tanto había deseado desde el primer día en que llegamos a esas playas. Fernando lo dudó por un segundo, pero mis caderas no dejaron de moverse, y mis brazos se estiraron hacia él; invitándolo a entrar en mi cuerpo, dándole la bienvenida con las piernas abiertas.

El momento fue tan intenso que incluso Silvia se quedó mirándonos mientras su mano se movía con frenesí sobre su vulva, sin poder apartar la mirada de nosotros cuando su hijo acercó su rostro al mío, y nos fundimos en un beso extraordinario; completamente entregados al placer de vivir.

Fer y yo nos miramos a los ojos mientras su mano presionaba su miembro contra la entrada de mi vagina, la emoción que sentía por lo que estaba pasando era desbordante, casi delirante, pero no dejamos de vernos mientras él me penetraba y yo gemía expresando con ello todo el deseo que sentía por mi sobrino, lo mucho que había querido llegar a ese momento y lo mucho que deseaba disfrutarlo ...