Karina: reunión familiar (6) - Relatos Eróticos

Karina: reunión familiar (6)

... vez. Escucha, la vida es una, solamente una, y pasa tan rápido que un día estas cambiando pañales de tu hijo y al otro te está despidiendo en tu lecho de muerte: la vida pasa volando; así que no dudes en hacer lo que quieres, no desperdicies tus deseos y tu tiempo pensando en lo que debes o no hacer, en si las cosas son correctas o no, pues las cosas son y punto. Si tienes deseo lo tienes, si ese deseo lo sientes por tu hija o por tu sobrino, no va a desaparecer tan solo por pensar que es incorrecto, que no deberías sentirlo. No fue hasta que entendí todo eso que en verdad comencé a vivir, que realmente me dejé llevar por la convicción de aprovechar mi vida al máximo, y eso, mi querida cuñada, es algo invaluable; pues el día que estés en tu lecho de muerte, sabrás si realmente aprovechaste tu vida o no, cuando veas si los pensamientos que se presenten en tu cabeza sean recuerdos, o añoranzas por todo lo que quisiste hacer y no te atreviste.

Ambas nos quedamos calladas por algunos minutos, mirando hacia el mar, viendo a Fernando nadar y jugar con las olas. Corriendo cuando alguna llegaba a atraparlo y lo revolcaba por la arena.

Las palabras de Silvia me habían traído un poco de calma. Escucharla hablar de esa forma, me hizo entender que lo que había pasado entre Sarah y su papá no era tan grave, que mi familia no se acabaría por ello. Incluso por un segundo lamenté que las cosas entre mi hija y yo, no estuvieran bien en ese momento, que no tuviéramos la confianza como para hablar abiertamente de todo lo que nos pasaba.

- ¿Qué debería hacer ahora? - Silvia suspiró ante mis palabras.

- No creo que esa sea la pregunta correcta, que tal intentar con ¿Qué es lo que quieres hacer ahora? - una enorme sonrisa se dibujó en mi rostro al escuchar esa pregunta, pues la respuesta estaba demasiado clara en mi cabeza.

- Honestamente, quiero cogerme a tu hijo - ambas soltamos una carcajada y luego, para mi sorpresa, Silvia se levantó y recogió su toalla.

- ¿Sabes algo? Entiendo que lo que viste que tu hija hacía con tu esposo, pudo ser algo aberrante; pero si lo piensas bien, esa puede ser la pauta que necesitas para que tu vida cambie por completo. Pero bueno, te voy a dejar que lo pienses mientras disfrutas de mi hijo, y espero que no tengas objeción con que yo haga lo mismo con tu esposo. Recordar aquella primera vez, me hizo querer comprobar qué tanto ha cambiado.

- ¿Lo dices en serio? - Silvia se puso de cuclillas, de tal forma que su cara y la mía quedaron muy cerca.

- Cielo, tienes la oportunidad de cambiar tu vida para siempre, de dejar la rutina y el abandono en el olvido. Yo no te voy a decir qué hacer, pero no desperdicies tu vida con dudas y remordimientos. Haz lo que deseas, lo que tu corazón clama desesperadamente por hacerte vivir, mientras no dañes a nadie, no hay problema. Y por tu esposo y Sarah no te preocupes, yo me encargo de todo.

Silvia posó sus labios sobre los míos, sorprendiéndome por completo el que lo ...