1. Don Miguel, mi sirviente personal


    Fecha: 25/07/2024, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... verdad.
    
    Tenía muy claro que a alguien así había que tratarle mínimo de tú a tú o como un ser inferior, aunque yo disfrutaba muchísimo escribiendo esos mails tan rococó más propios de otros tiempos.
    
    Una relación de sumisión no tiene por qué conllevar desprecios o insultos, si cada uno es consciente de su condición y se mantienen las posiciones, salvo que sea algo imprescindible dentro de la fantasía. A mí siempre me ha gustado ser educado y correcto con todo el mundo, no hay más humillación que una mirada fija o un gesto rotundo, incluso los silencios, sin caer en la vulgaridad.
    
    Pasaron los días entre uno o dos mails diarios, como siempre espere a que me propusiera vernos en persona, ya que alguien así debe coger cierta confianza y hay que ser muy paciente. En aquellos tiempos yo andaba por Castilla y León, y me movía con relativa frecuencia por Madrid. Por lo que me propuso, en una de esas visitas que hice, quedar y conocernos en persona, tomar algo y ponernos cara, lo típico.
    
    Hasta ese momento poco habíamos tratado la fantasía en sí, ni siquiera tenía muy claro que fuera realmente sumiso o un esclavo, algo que me tenía muy confundido, porque estaba más interesado en mis experiencias y en hablar de la sumisión, el erotismo y todos pecados habidos y por haber.
    
    Después de volver a leer los mails para escribir este relato, me he dado cuenta que es la primera vez en mi vida que he sentido que alguien no ha entrado en mi juego, sino que ha jugado contra mí. Nos estuvimos midiendo fuerzas el uno al otro, muy educadamente, por supuesto, y aquello podría haber finalizado de un plumazo en aquella primera cita si hubiera mostrado el menor signo de flaqueza. Siempre he pensado que Don Miguel es muy inteligente y no habría llegado hasta donde lo ha hecho sin serlo.
    
    Llego el día y nos citamos en Sol (centro de Madrid), en una conocida cafetería de la zona a media mañana. Estaba sentado en una esquina del bar, en una mesita redonda de esas minúsculas leyendo el periódico esperando mi llegada. Llegué 5 minutos tarde, algo nervioso, y pensé que con alguien así no sería un buen comienzo, pero fue muy amable y me invito a sentarme.
    
    Es un hombre menudo, de forma redondeada, no obeso, pero si hermoso. Elegantísimo con su camisa azul y, cuello y puños blancos, y unos gemelos a juego. No llevaba corbata, pero si pantalón de traje gris y unos castellanos clásicos negros. Vamos, como un pincel. Muy sonriente, amable y cercano, aparentemente, y por supuesto controlando toda la situación. Algo que para mí era nuevo y muy incómodo. Yo me considero un tío elegante, por lo que fui tal cual, además tampoco soy muy partidario de hacer paripés.
    
    Rápidamente me hizo un gesto para preguntar que tomaba mientras se levantaba para pedir en la barra. Una vez sirvieron las cafés, los pago, y los puso en la mesa.
    
    Y empezamos a hablar, primero sobre una noticia del periódico y luego sobre cómo nos habíamos imaginado el uno al otro, etc. Era el momento de tomar ...
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