Cosas del embarazo - Relatos Eróticos

Cosas del embarazo

... dio positivo, era lo único que buscaba por internet. Videos de mujeres infladas como balones, foros llenos de futuras madres, artículos, se lo veía todo… porque era una más.

Se alivió al entrar en el portal de su casa y llamó al ascensor para subir. Una cosa eran las escaleras del metro, pero subir hasta un quinto piso andando… No lo hacía de normal, menos lo iba a hacer llevando un niño dentro.

Una vez dentro, colocó la mano en el sensor parando la puerta que se cerraba, al percatarse que por la puerta entraba su vecino. El hombre venía con su hijo, a ambos les conocía bien… bueno, les conocía de toda la vida. Vivía en el edificio donde se crio, que sus padres pagaron con esfuerzo, y cuando ambos abandonaron la tierra, junto con Pablo, decidieron quedarse allí.

—Gracias, Eva —comentó Fran, una vez se adentró después de su hijo— ¡Cada día estás más guapa!

—Más gorda, Fran —soltó borrando su sonrisa de amabilidad y tornando sus ojos en blanco. Su vecino era el más amable de todo el edificio, siempre lo fue y desde pequeña tuvo palabras buenas para ella.

—Bueno, bueno, bueno… —moviendo la cabeza en un gesto cómico— Tranquila, que lo que va a salir es muy bonito. ¿Era chico? —la mujer asintió a su vecino favorito y movió el caramelo con palo en su boca— Disfruta de los primeros años, que luego crecen y…

Movió los ojos señalando a su hijo, un adolescente de a saber qué edad… Eva no tenía contemplados cuantos años tendría, para calcular el paso del tiempo en otros era pésima. “Tendrá… ¿Entre 15 y 22 años?” más o menos. Había nacido cuando ella cumplía 12 o 13 años, no lo recordaba bien, aunque sí le pareció muy mono. Sin embargo, Jon había crecido y se había vuelto un adolescente como otro cualquiera. Tímido, de pocas palabras y alguna que otra vez, cuando sacaba su mirada del suelo, le había cazado contemplado lo que todos los chicos de su edad miraban…

—¡Qué bien me pones siempre todo, Fran! —los dos soltaron una risa que Jon no copió.

El ascensor hizo un sonido seco de parada, deteniéndose ambos en el último piso. Educadamente, ambos varones dejaron paso a la mujer. Eva sacó las llaves, girándola una vez y dándose cuenta de que no estaba cerrada del todo, por lo que su marido estaría en casa.

Se despidió con un movimiento de cabeza de su vecino mayor y con otro, del más joven, que quitó rápidamente la vista al darse cuenta de que iban a cruzar miradas. No le dio importancia, Eva tenía otra cosa qué hacer, una por encima de todas, hablar con su marido de ciertos temas sexuales.

—¿Cómo es que has llegado tan pronto? —preguntó nada más entrar.

—Pronto… pronto… Son las seis, fui a visitar a un cliente y todo fue rápido. —el hombre llevaba el cubo de la ropa sucia a la cocina para meterlo en la lavadora.

Eva se quitó las zapatillas lanzándolas contra el zapatero como si fuera un juego, los tobillos la empezaban a doler.

—Fui al médico —comentó andando hasta la habitación y sentándose en la cama. Su culo agradeció ...